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Te acordaste de mí

PEDAZOS DE VIDA

Esos mundos que aparecen en la oscuridad, que se transforman en diversidad de paisajes, que se mezclan unos con otros de la realidad que hemos visto alguna vez, de la imaginación que brota de la gran máquina que llamamos cerebro, son esas experiencias las que llamamos sueños, y que en reiteradas ocasiones nos permiten ser libres en la posibilidad de vivir una experiencia que aunque no sea real se percibe como tal mientras los ojos permanecen cerrados.
-Te acordaste de mí- dijo.
-Siempre- contesté.

Tenía puesto el delantal rojo, y estaba junto a un árbol, me acerqué para saludarla, le di un beso en la cabeza, recordé su aroma y me solté a llorar, desperté para volver a dormir, para seguir el sueño que duró tan poco pero que alcanzó para  que al despertar mi cabeza estuviera una almohada mojada por el llanto.
Así era la abuela, siempre con su carácter firme, con su acérrimo orgullo, con su firmeza de hierro, y con esa mirada tan penetrante al momento de echar mentadas, pero tan dulce al momento de mostrar su amor.
Aquella vez del accidente, llegó al hospital, me vio tumbado en la camilla, y se apresuró a decir:
– Yo sabía que no te había pasado nada, mi corazón me lo dijo. Cuando me dijeron que te habían chocado, supe que estabas bien, que estabas vivo que no había peligro, supe que estarías con bien, mi corazón me lo dijo. Y mírate mijito estás bien, estás vivo y le doy gracias a Dios.
Luego metió la mano a la bolsa de delantal de tela de cuadritos, de esos que le gustaban y que también tenía puesto en mi sueño, y sacó una medalla del tamaño de una moneda de diez pesos con la imagen de San Benito, sacó un broche y la puso sobre mi ropa, luego me dio un beso y se despidió. Así era mi abuela, y así la recuerdo, con su temple, su carácter y su amor.
Anoche nos vimos, sabe que la recuerdo, no sé si en el sueño o si en verdad estuvo aquí, pero la magia de los sueños, me hicieron verla de nuevo, y contestarle que siempre, siempre habré de recordar una de las raíces que tengo en mi sangre, que a  cada momento de mi existencia sé que de ellos vengo y que algún día como ellos, también me iré.
Me acordé de ti… Sí abuela, me acordé de ti.