PEDAZOS DE VIDA

¿Dónde quedó el mundo que nos prometieron?, la pregunta se convertía en la dolorosa punta de maguey que atravesaba mi pensamiento. Fue una de las contadas veces que encendí la radio, sin intenciones de escuchar la voz de cotorra y rockera de apellido Lora, sin embargo ahí estaba su nostalgia de fin de siglo, de aquellas veces en que todos quisieran el tiempo poder regresar.

Para mi madre después de su suprema felicidad, fui el proyecto de fin de siglo que no esperaba, al que tuvo que cuidar y por el que tuvo que sacrificar un montón de situaciones, sueños y oportunidades, y aunque se quisiera regresar el tiempo no sería para disfrutar de  nueva vez lo que ya se disfrutó, sino una oportunidad de enmendar lo que consideremos que haya sido un error.

La vida es pasajera, para nosotros es un tranvía. El tiempo es un cuerpo tatuado por la experiencia, el conocimiento y la alegría que debería dar el simple hecho de poder respirar, (de fondo se escucha otra canción de Alex Lora, luego otra de Sur en Dos y una más del Haragán), no puedo evitar dejar de pensar en la nostalgia del fin de siglo, ¿en verdad extrañaremos lo que hoy nos parece una locura?

Y el futuro se hizo presente para convertirse, como tocado por la mano de Midas, en el valioso tesoro del pasado, del recuerdo, de la nostalgia que nos debería empujar, que debería ser motor para no convertirnos en vampiros. Es fácil pensar recostada en la cama, escuchando la radio antes de beber la cicuta convertida en desidia, en monotonía…  Así es el tatuaje con t de tiempo.