HOMO POLITICUS
No hay que ser pitonisa ni historiador para tener presente en la memoria que ni los gobiernos de Washington ni sus ciudadanos,-salvo los de origen mexicano- han sido afines ni han querido a México
Más allá de la renegociación del Tratado de Libre Comercio México enfrenta una realidad que siempre ha enfrentado, sólo que esta vez, lo hace sin las caretas diplomáticas que han primado con Estados Unidos.
No hay que ser pitonisa ni historiador para tener presente en la memoria que ni los gobiernos de Washington ni sus ciudadanos,-salvo los de origen mexicano- han sido afines ni han querido a México.
Por ello, todas las retóricas políticas que hacen alusión a que existe una relación “respetuosa, recíproca, de entendimiento, de beneficio económico, de amistad y buena vecindad” entre México y Estados Unidos, son las monsergas más absurdas que pretenden esconder una realidad que al margen de la diplomacia no existe.
Las inenarrables historias de los migrantes, su persecución y ejecución a manos del Border Patrol, o de diversas policías y grupos xenofóbicos y racistas no pueden ser obviadas, como tampoco se puede olvidar el despojo del territorio “vendido” por Santa Anna, ya lejano en la memoria, pero cierto.
Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos, dicho cuya veracidad entraña la desgracia de compartir una frontera con un pueblo hostil, que no quiere la vecindad con México y, que hay que reconocerlo sin pelos en la lengua, tampoco quiere a los mexicanos.
Es realmente difícil coexistir con un país como Estados Unidos, donde la vecindad asemeja a un ratón queriendo ponerle el cascabel al gato, mientras que el filo de sus garras presagia muerte inminente.
Se los nombro: Vietnam, México, Chile, Nicaragua, Corea, Grenada, Panamá, Puerto Rico, Cuba, Irak, en fin…
¿En dónde putas no está metido o se ha metido el Tío Sam?
Es difícil ser gente con tu vecino cuando el cabrón te profiere agresión tras agresión.