RELATOS DE VIDA
Siendo un adolescente desadaptado y rebelde, José comenzó a escuchar constantemente voces que le aseguraban que tenía una misión en la vida, y lo incitaban a cambiar su modo de transcurrir los días.
En un principio creyó que estos mensajes formaban parte de su imaginación, y los atribuía al cansancio o a una advertencia por alejarse de las malas compañías, los vicios, el reventón y la irresponsabilidad.
Sin embargo las voces continuaban y comenzaron a formar parte de su diario caminar; hasta llegar incluso a pensar que se estaba volviendo loco, que posiblemente necesitaba urgentemente la ayuda de una persona especializada.
José, no siempre fue revoltoso, pero la muerte de su papá cuando era todavía un niño lo marcó por completo, y al no lograr superar la pérdida, se refugió en el alcohol, todos los días tenían que sacarlo de alguna cantina totalmente inconsciente y vomitado.
Esta serie de acciones convertidas en un hábito, obligó a su familia a correrlo de la casa con la finalidad de obligarlo a responsabilizarse, pues confiaban en que el enfrentarse a la vida lo haría aceptar la partida de su papá y darse cuenta que él continuaba con vida, y debía mantener este privilegio.
No obstante, la teoría planteada por sus familiares no rindió frutos inmediatamente, hasta después de un par de años, cuando la falta de dinero e incluso amigos, además de las voces dentro de su cabeza lo obligaron a reflexionar sobre la necesidad de cambiar.
Se negó a ir a un psicólogo, así que inició un cambio consiguiendo un trabajo, posteriormente modificando sus hábitos, eliminando vicios, conociendo nuevas personas; su perseverancia lo llevó a ser líder de jóvenes a quienes buscaba convencer de que una vida sana, sin excesos.
Seguía escuchando voces, pero no se trataba de mensajes creados en su mente, sino ideas originadas en la cabeza de otras personas, por fin había descubierto su poder, escuchar los pensamientos de otros chicos.
Nunca presumió su don, sin embargo, de pláticas con gente muy cercana comunicaba que tenía un don privilegiado que le permitía ayudar y advertir sobre posibles acciones, ya sea impulsando para realizarlas o sugiriendo que se evitara hacerlas.
Nadie le creía, hasta que cierto día, en una dinámica de integración grupal, formó dos equipos y lanzó la pregunta – ¿por qué están aquí?, los jóvenes guardaron silencio para pensar la respuesta, y enseguida soltó una carcajada.
Al preguntarle lo que tenía respondió – acabo de escuchar el pensamiento de un chico que dijo que él está aquí porque lo atrae una chica – inmediatamente un joven se levantó de su asiento y salió de la habitación; mientras que una jovencita ubicada en el grupo contrario comenzó a reír y se sonrojó.