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Sueño: cálido y húmedo

PEDAZOS DE VIDA

La respiración se aceleraba de tal modo que los pulmones parecían reventar, en sus oídos aún rebotaba el eco del recuerdo, “de mí no te vas a burlar, sin mí tú no eres nadie, te vas a arrepentir y me vas a rogar; me vas a pedir perdón y vas a suplicar que regrese contigo”… la calle apagó sus eléctricos ojos y de la oscuridad emergió su figura. Estaba enojado, la había seguido y sus palabras se repetían una y otra vez. Abrió los ojos para llorar, para respirar y dejar de sudar, abrió los ojos para darse cuenta de que una vez más, la sombra de Michel no la dejaría en paz.

Tras regresar a su realidad, casi llegando a las cuatro de la madrugada, Maribel se levantó, se acercó a la ventana y la abrió, necesitaba el aire de afuera, necesitaba escuchar los ruidos de la noche para saber que todavía estaba ahí, que seguía con vida, que todo había sido un mal sueño, una pesadilla… y así fue cuando vio la patrulla que permanecía cerca para resguardarla, en lo que la justicia (que es ciega), encontraba y apresaba a Michel.

Una mirada atravesaba el cuarto de esquina a esquina, miraba a contraluz la silueta de la mujer que  le pidió que le matara al marido para quedarse con él. Silencioso miraba como el humo del cigarro que había encendido Maribel, se iba… como jalado por la Luna adicta y voyerista de lo que sucede acá abajo, jalado con la pasión que la gente libera ante su luz.

Maribel se sintió tranquila y volvió a descuidarse. Cerró la ventana, se recostó nuevamente y al intentar cerrar los ojos sintió las manos de Michel, ni siquiera hubo tiempo para forcejear, para pelear por hacer realidad sus sueños, por un hilo de vida… Una mano le cerró la boca mientras la otra se encargaba de humedecer la cama, de calentarla con su sangre.

“Te lo dije, maldita perra”, pensaba el silencioso asesino que había logrado burlar a la ciega justicia, pensaba todas esas injurias que no lograrían escapar convertidas en sonidos, y tras el último suspiro de Maribel, le susurró al oído cuánto la había amado, le dio un beso y continuó el camino de la huida.