Banksy, el famoso, aunque anónimo graffitero, conocido por sus pinturas callejeras, es hoy una de las personalidades más exitosas en el mundo del arte.
Una obra pintada en una antigua fábrica automotriz de Detroit, y que los galeristas atribuyen al escurridizo artista británico de grafiti Banksy, se vendió en una subasta de la casa Julien´s Auctions en Bervely Hills el miércoles por 137,500 dólares.
El graffiti está en un fragmento de muro de 2.4 metros y 680 kilos, excavado en 2010 de la Packard Plant por la organización sin ánimo de lucro 555 gallery de Detroit.
En el mural se ve un niño con un cubo de pintura roja y un pincel, junto a un mensaje que dice “Recuerdo cuando todo esto eran árboles”.
La 555 gallery recibirá de la venta 110,000 dólares, que planea utilizar para renovar su nueva sede permanente.
Banksy es un artista del siglo XXI y como tal, tiene una cuenta en Instagram (@banskyny) con más de 200 mil seguidores y miles de likes en cada uno de sus posts.
Durante una venta en Central Park hace dos años, cada una de sus obras, con un precio de 60 dólares pero valoradas en 30 mil dólares, se vendieron en cuestión de minutos.
El trabajo de Banksy tiene una enorme cobertura mediática, pues elige con mucha precisión la siguiente aparición de sus pinturas. “Ha amasado una fortuna en ventas. Su estrategia es no inundar el mercado con su obra y poniendo a la venta sólo sus trabajos más clásicos para distribución masiva”, dijo al sitio digday.com el director de estrategia de la agencia Publicis Kapla Thaler, Sy Kraft.
Al británico no le preocupa la aprobación de la gente. De naturaleza controversial, Banksy no sigue las reglas aprobadas por el la industria del arte. Sus exhibiciones no siguen una fórmula. Su técnica de esténcil hace que su trabajo sea único, y su marca como artista sea tan fuerte.
Al operar desde fuera del sistema, por lo menos en apariencia, Banksy ha creado su propia mística, colocándose en la cima del mundo del arte… y de las ventas.