#SoyCorruptoAyuda

DE CUERPO ENTERO

San Jeronimito de los Alducin se yergue altivo a las faldas del gran volcán; es de verdad majestuoso el paisaje que brinda en los meses de frío, cuando llegando de “Santa María la alta”, se vislumbra el poblado como dibujado en acuarela desparramado en el valle blanco de la montaña, una imagen propia del Dr. Atl. Al paso de los años y ya de varias generaciones, este puñado de valientes mexicanos ha enfrentado todo tipo de ensayos políticos, desde la corriente de los “Neo-Liberales”, la presencia caprichosa de los “Harvard boys”, hasta filosofías extrañas que se dicen de extrema izquierda.
San Jeronimito presume de tener las flores más bellas del ejido, las mujeres más voluptuosas pero recatadas, más dicharacheras pero educadas, y como es de esperarse una generación de políticos que como un pozo de agua milagrosa no deja de asentar paladines del esfuerzo, que juran se entregarán al servicio de los demás aun a costa de sus propias vidas.
Don Filiberto, mejor conocido como “D. Fili” es el patriarca de esta localidad, y durante muchos años ha dictado las reglas de la política, su sabiduría ha llevado a este pueblo a un progreso sostenido y como dice él sin ambages: “Siempre con justicia social”.
Una de la estrategias de D. Fili es saber el momento exacto para cambiarse de uniforme y aparecer como el más recalcitrante seguidor del partido político en cuestión; sabe que nació en el tricolor, pero eso no le impidió ser bastión de azul e inclusive el católico más furibundo fundando en San Jeronimito las cofradías: “La rodilla ensangrentada”, “Por los clavos de Cristo “y “Por los pecados de María Magdalena”, es la excepción porque aunque se mueve siempre sale en la foto.
Ahora mismo vive una nueva experiencia sustentada en la Cuarta Transformación, que, aunque aún no entiende a cabalidad porque imagina que es como gobernar siempre en cuarta (hablando de las velocidades de su camioneta), sabe que debe encausar a San Jeronimito por el sendero de la honestidad, la austeridad y la verdad.
Le sorprendió sobremanera escuchar al líder la 4T, el bien-amado y siempre seguro en sus comentarios, decir a los cuatro vientos que la corrupción es una enfermedad, que los mexicanos que se deslizan en esta actividad de la trampa, de la ventaja y de la impunidad al estar enfermos requieren terapia. D. Fili estaba azorado, no podía dar entrada a su cerebro lo que estaba escuchando, y así con la magia de la imaginación recorrió todo el pueblo descubriendo solo enfermos: litros incompletos en la gasolinera, tortillas con kilogramos rasurados, policías con la esperanza de morder mejor en este día, y lo peor él mismo se vio escamoteando el 20% de los contratos de construcción en este valle bendito de Dios.
¿Estoy enfermo y no me he dado cuenta?
¿Se hereda?
¿Se contagia?
¿Debemos curarnos con terapias modernas?
Miles de preguntas rondaron por su cabeza, sentía como caminar en el abismo a punto de caer y nunca llegar al fondo. En la reunión semanal del partido de la renovación moral, al que ahora pertenece, se habló todo el tiempo de este nuevo horizonte que se abría; muchos lo tomaban a broma y gritaban con voz en cuello: “yo no me quiero curar, así vivo a toda madre”, pero sí había los que querían saber acerca del tratamiento.
Aunque D. Fili ya es viejo entre los viejos, conoce de las redes sociales y su peso en eso de hacer política, por lo que decidió acudir con su nieto quien parece que nació con un teléfono celular pegado a su mano. Le contó su preocupación y él, sereno sin dejar de ver su aparato le dijo: “lo mejor en estos casos es CREAR un hashtag para agrupar a todos los enfermos de corrupción de San Jeronimito, y así poder ofrecerles terapia. Sería: #SoyCorruptoAyuda”.
D. Fili se quedó como si le hablaran del agujero negro que recién se pudo fotografiar, sin entender el tejido de esta tecnología. Su nieto le explicó con devoción franciscana logrando que el viejo aceptara echar andar el hashtag que se movería como la luz por la comarca.
Empezaron a enlistarse verdaderos corruptos arrepentidos asumiendo que su enfermedad ya estaba avanzada, e inclusive que seguros estaban que se trataba de un problema genético, porque desde sus abuelos ha avanzado la tranza como forma de vida. Lo más sorprendente fue la solicitud expedita de una terapia, una vacuna o el tratamiento que fuera. Sus compadres de antaño le hablaron por teléfono para en caso de que hubiera vacuna, fueran ellos los primeros, aunque tuvieran que pagar un poco más. El hashtag #SoyCorruptoAyuda brincó como chapulín por toda la comarca y por todos los rincones de la patria.
D. Fili sentía un sentimiento abrumador por ver con claridad que casi nadie se escapaba a esta enfermedad, y recordó las sabias palabras del maestro ya ido Peña Nieto cuando dijo: “la corrupción es un problema cultural y todos hemos sido corruptos”, como un mazo en la cabeza sintió D.Fili cuando escuchó al prócer decir estas palabras.
La suerte estaba echada, San Jeronimito sería pionero en “TERAPIA MÉDICA CONTRA LA CORRUPCIÓN”, las redes sociales se movían como la legendaria Tongolele en sus mejores bailes, y así metido en tremenda meditación D.Fili se dijo mirando al cielo las creaciones maravillosas del altísimo:
¿Qué pasará con los criminales de cuello blanco encarcelados y sepan que solo están enfermos?
¿Qué pasará con los protagonistas de la “estafa maestra” y se den cuenta que más que cárcel requieren de ayuda profesional?
¿Qué será de casi todos los exgobernadores que disfrutan de lo robado con la tranza, pero que ahora saben que no son ellos, sino la maldita enfermedad de la corrupción?
D. Fili no contuvo el llanto, y en un acto genuino de contrición dijo con voz pausada: “Perdónanos porque no sabemos lo que hacemos”.

 

Related posts