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SONETOS PARA JORGE ÁNGEL

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<strong>SONETOS PARA JORGE ÁNGEL</strong>

(Segunda parte)

No sé si es vanidad o masoquismo, pero en ocasiones me da por recordar textos escritos hace mucho tiempo. Es el caso de una serie de sonetos que le escribí a mi único nieto, cuando tenía unas horas de nacido.

IV

El año terminaba, tú nacías

Un treinta de diciembre, memorable.

Un maternal regazo, responsable,

Te recibió con cantos y poesías.

Entretejidas nuestras biografías

Por genético sino inescrutable,

Donde no hay inocente ni culpable,

Seremos “más que dos” todos los días.

No tuviste elección: ser o no ser.

Tiempo espacio, familia, circunstancia…

Pura causalidad fuiste al nacer.

Tienes libre albedrío desde la infancia.

Eres el responsable de tu vuelo.

Yo cuidaré tus alas: soy tu abuelo.

V

No puedo interpretarte con los ojos

Ni tú puedes leer esta escritura.

Habla la estirpe, con su lengua pura,

Escucha el alma, libre de cerrojos.

Eres mi sangre, sus destellos rojos.

Mi frívola sonrisa, mi cordura,

Un trozo de mi vida que perdura,

Un tramo de camino sin abrojos.

Cuando tus facultades, en potencia,

Se conviertan en acto, ya maduro

-Voluntad, sentimiento, inteligencia-

Espero que tu juicio no sea duro

La estrella del perdón brille en tu cielo.

Con todos mis errores, soy tu abuelo.

VI

Nunca sentí el cariño de un abuelo,

Los dos cuando nací ya se habían ido,

No los pude querer, ni ser querido,

Ni un recuerdo me sirve de consuelo.

Ambos descansan en distinto suelo,

En tumbas que jamás he conocido,

Pedazos de la tierra en el olvido,

Sin historia, sin lágrimas, sin duelo…

Te conocí, Jorge Ángel y ya puedo

Pensar que tú serás mi trascendencia,

Cuando la muerte pida mi presencia.

Envejecer a todos causa miedo.

Yo no creo en el infierno ni en el cielo

Pero creo en ti, mi niño: soy tu abuelo.

VII

Vivir es el sentido de la vida.

Nacer es el principio del camino.

Infancia que es raíz y que es destino.

Presencia por los hados bendecida.

Epicentro de amor donde se olvida

Toda maldad, torpeza, desatino…

Ángel de luz cuya inocencia vino

A renovar mi historia envejecida.

Leyes y versos hay en tu abolengo

De humilde origen: voluntad y esfuerzo.

Limpio apellido por orgullo tengo.

Mas, no estaría completo el Universo

Sin esas luces con que el alma vuela:

Los ojos de tu madre y de tu abuela.