
Familia Política
(Primera de dos partes)
No sé si es vanidad o masoquismo, pero en ocasiones me da por recordar textos escritos hace mucho tiempo. Es el caso de una serie de sonetos que le escribí a mi único nieto, cuando tenía unas horas de nacido.
PARA JORGE ÁNGEL
I
Si volver a nacer fuera imposible
Moriría el sol en el ocaso eterno,
Terminaría la flor con el invierno,
La llama no ardería sin combustible.
El germen de la vida es invisible:
Del tronco viejo nace el árbol tierno,
Tiempo que vuelve al tiempo, sempiterno,
Idéntico a sí mismo, irrepetible.
En medio del camino de la vida,
Como Dante, perdida la esperanza
En círculos sin tiempo y sin salida.
Surgió una tenue luz en lontananza,
Renacimiento del mortal consuelo:
La suprema virtud de ser abuelo.
II
Qué dulce es dar sin esperar cariño,
¿Cuántas estrellas caben en tu sueño?
Verte llorar o coquetear, risueño,
Nutre mi vocación de viejo-niño.
Plateadas sienes que orgulloso ciño,
Antes trofeos de varonil empeño,
Hoy, contigo en mis brazos, las enseño.
Me cambiaste la vida y no te riño.
Fui canción y guitarra, fui poeta,
Soñador y romántico, fui loco
Y me bebió la vida poco a poco.
En el teatro del mundo, sin careta,
Me interpreto a mí mismo, sin recelo,
Soy padre de tu madre: soy tu abuelo.
III
Cuando veo tu mirada inteligente;
Tu curiosa inspección del universo;
Tu intento de vencer por propio esfuerzo
Pequeños retos a tu cuerpo y mente.
Yo me pregunto si estaré presente
Cuando leas y comprendas que mi verso
Es mensaje sin voz que, siempre terso,
Te dice que te quiero, simplemente.
No sé cómo serás cuando seas grande;
Soñador o pragmático, jurista,
Político, filósofo o artista.
La fe te oriente, la razón de mande
Y que siempre te sirva de consuelo
La fuerza -vivo o muerto- de tu abuelo.