Home Nuestra Palabra Javier Peralta Soñar con la eternidad y mirar el escenario

Soñar con la eternidad y mirar el escenario

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Soñar con la eternidad y mirar el escenario

RETRATOS HABLADOS

Al final del día, que con bastante regularidad se utiliza como figura para hacer una comparación con la vida humana, descubrimos que lo único que se nos da con naturalidad, sin poses, sin remedos de realidad, es la tarea de vivir, y luego de sobrevivir. Lo constatamos a cada rato, pero fundamentalmente cuando seres queridos empiezan a morir, y nos muestran con palabras y hechos, que solo estamos destinados a la existencia.

Y cuando de algún modo detenemos el trabajo cotidiano, hacemos una parada en el andén por donde pasa el tren de nuestra propia vida, nos damos cuenta, que la mayor parte del quehacer humano está dirigido a escenificar lo que a veces creemos que es, o debe ser, ese complicado arte de vivir.

Así que, al abrir los ojos, empieza a causarnos risa la confusión que existe, por sobre todas las cosas, en el asunto político, en su práctica, en la insistencia en creerse los halagos, las lisonjas, la constante puesta en práctica del cortejo adulador, por parte de los que simple y sencillamente buscan pasar bien los años que tengan en esta realidad, a veces más y más irreal.

De tal modo que, en un mini-mini-universo, los y las vemos, desfilar en comparecencias ante el Congreso del Estado de Hidalgo, confundidos a más no poder, con la idea de que asisten al concurso de “La Voz Pachuca”, y que por lo tanto deben mostrarse, no doctos o sabios, sino capaces de “poner en su lugar, aplastar si se puede”, a cualquier diputado que se atreva a cuestionarlos de manera severa.

Así que, cuando lo logran, en las tribunas, sus porristas, llevados ex profeso para aplaudirle cualquier intervención, y mucho más si “pone en su lugar a imprudentes y malandrines”; decía, sus porristas, revientan el teatro con aplausos y porras al funcionario que los invitó “gentilmente” a verlos lucir su don de gran tribuno, su gesto adusto y fulminante para callar a cualquier impertinente.

Y no se dan cuenta, por supuesto que no, que al final del día, cualquiera de sus porristas, seguro sabe más que el propio histrión o diva que aparezca en escena.

El hecho es que todo esto que le describo se ha visto, se ve y se verá hasta la saciedad, porque el ser humano es así, porque está urgido de sentirse inmortal por un minuto, una hora, o lo que duren los aplausos de sus muy respetables acompañantes.

Y viéndolo bien, cada cual está en su derecho de soñar que la eternidad es el límite en cada una de nuestras existencias.

En tanto: que les aproveche.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajurez.mx

X: @JavierEPeralta