Así lo afirma, el canciller mexicano, Luis Videgaray
La tensión entre México y Venezuela marca la jornada en la que la OEA busca una declaración que frene la Asamblea Constituyente
México, ha tomado la bandera de los países críticos con Venezuela. Además de que juega en casa y buscará el éxito diplomático con una dura condena al gobierno de Maduro no conseguida hasta el momento. La tensión entre México y Venezuela, y la que se vive en las calles del país caribeño llegó al lobby del hotel Moon Palace, sede de la Asamblea de la OEA. La noche del domingo el diputado Luis Florido, y el articulista Gustavo Tovar tuvieron un barriobajero enfrentamiento verbal con miembros de la delegación venezolana
“Uff, se está negociando” dice llevándose la mano a la frente.
El venezolanísimo gesto de la embajadora bolivariana en México. en una conversación informal es un buen resumen de la intensidad con la que se ha vivido las últimas horas de la reunión de Cancún. Hasta el último momento, los secretarios y cancilleres han intercambiado llamadas, borradores, ofertas y cálculos sobre el ábaco para convencer a las islas del Caribe que se sumen a la condena a Venezuela.
Por el momento, un bloque de 14 países, entre ellos los de más peso de la región, como México, Colombia, Argentina, Perú -con el respaldo de EU- buscan una resolución que condene la gestión de Nicolás Maduro y la exigencia para que frene la Asamblea Constituyente que pretende cambiar el actual modelo político del país. Para ello necesitan del apoyo de los países caribeños, tradicionales aliados del chavismo.
“Sólo apoyaremos una resolución clara” dijo Luis Videgaray en referencia a la búsqueda de un texto que refleje “el deterioro de condiciones democráticas en Venezuela”.
Las delegaciones negocian in extremis dos resoluciones presentadas el pasado 31 de mayo, en el último encuentro que mantuvieron los cancilleres: la primera, apoyada por Perú, Canadá, EU, México y Panamá (respaldada por otros países, como Colombia y Argentina) y la segunda, propuesta por los países caribeños. En ambas se piden el cese de la violencia en Venezuela y el inicio de un nuevo proceso de diálogo pero la primera incluye una exigencia para que Venezuela cese el proceso Constituyente y liberar presos políticos.
Ante la posibilidad de un fracaso diplomático, Videgaray apuntó que en el caso de no lograrse un texto de consenso, el caso Venezuela podría aplazarse o pasar al seno de la Asamblea y salir del escenario de la reunión de consulta, un instrumento jurídico distinto donde se encuentra ahora el debate. En cualquier caso, insistió en que “se están agotando todos los esfuerzos diplomáticos tal y como exige la carta democrática”.