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Sin nombre


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RELATOS DE VIDA

Sin nombre llegó, sin nombre creció y sin nombre se fue, quedó tirada en una esquina, o al menos eso me dijeron, y no puedo imaginarme la escena trágica, además de que la conciencia es una arma que apuntala al remordimiento y la culpa.

Tu corta vida estuvo rodeada de tristezas, quisiera reconfortarme un poco diciendo que al menos tuviste compañía, techo y comida; aunque los mismos no fueron una constante, no así los regaños y las correcciones con el periódico.

Te encontramos sola en un rincón, temerosa, hambrienta y sedienta, aunque con la ilusión de encontrar un humano que te amara; desconocíamos tu origen y la razón de tu estado y condición, pero por “humanidad” fuiste acogida.

La idea era que la estancia fuera temporal, se buscaron opciones de adopción, mientras crecías impresionantemente; derivado de tu ansiedad para comer, ni siquiera terminaba de darte la comida cuando te abalanzabas y la terminabas; en tanto la adopción seguía sin concretarse, malditas las instituciones que por protocolos y trámites, el que alguien te acogiera jamás se concretó.

Previo a tu partida, sostuviste una fuerte pelea, durante más de 10 minutos traté de separarte, pero tu furia me impedía acercarme; en castigo te dejé sola, y te ignoré a pesar de tus lamentos y súplicas.

Al día siguiente te encontré con mucho ánimo, pensaste que habías cumplido tu castigo, pero volví a ignorarte, aun así caminaste a mi lado, me bloqueabas el camino y me enoje aún más, me subí al transporte y a lo lejos noté tu espanto, eran calles que tal vez te recordaron tus días perdida, aun así el camino que tomaste hacia casa era el correcto.

Horas después una notificación de whatsapp alertaba que algo había pasado, no era como el  sonido se otros mensajes, esta vez, no eran unas letras más. – La atropellaron, murió en una esquina, no le digas a la niña.