Sin Inspiración

RELATOS DE VIDA

Era muy tarde, y aún no terminaba el trabajo del día, en la oficina todos se dedicaban a sus asuntos, no hacían caso de conversaciones ajenas o comentarios de las noticias del día, al parecer todos querían apurarse y llegar a sus hogares a descansar.
En un cubículo, Jorge se paraba en repetidas ocasiones, hablaba para él, tecleaba algunas letras tratando de formar palabras pero era inútil, la idea no se concretaba y la desesperación que se acompañaba de frustración era evidente.
Se levantó de su asiento y caminaba a diferentes áreas, algo buscaba pero no lo encontraba, y regresaba a su espacio personal para intentar nuevamente iniciar con el trabajo final que le impedía salir del lugar.
Se frotaba la cara constantemente, se tomaba de la nuca, miraba hacia varios lados y regresaba la vista a la pantalla de la computadora, agachaba la cabeza en señal de derrota y de momento regresaba a la posición erguida, con los dedos listos para escribir la idea, pero nuevamente se le había esfumado.
Volvió a levantarse de la silla, se dirigió al baño, hizo lo que tenía que hacer, mientras tanto seguía ordenando las ideas para ahora sí dar agilidad al trabajo restante, se lavó las manos y con el agua fría que salía a presión intentó refrescarse la cara para despertar, pues consideraba que tal vez el cansancio se había apoderado de la mente.
Hizo un esfuerzo más, revisó sus apuntes, los leyó en repetidas ocasiones y jerarquizaba las ideas mentalmente, trató de iniciar un párrafo, comenzó a tomar soltura en la escritura, la estrategia de cubrir su rostro con el líquido le había funcionado, estaba a unas líneas más de concluir cuando nuevamente se “trabó”.
No podía creerlo, sólo unas cuantas líneas más, pero la inspiración habían desaparecido en un “tris”, respiró, estiró piernas y brazos teniendo como soporte la silla, regresó a la posición inicial para pensar tranquilamente, leyó nuevamente los párrafos logrados, pero a la par se imaginaba preparando una cremosa y caliente taza de café, acto habitual en la oficina.
Fue entonces cuando “la ardilla” despertó, la desconcentración, la frustración, los continuos pasos hacia “algo” que no sabía en realidad qué era, se debían a la falta de agua, los garrafones y dispensadores del vital líquido estaban vacíos; la tienda se encontraba a más de un kilómetro del lugar, y la desesperación se confundía con la deshidratación.
Tomando como inspiración un gran vaso de agua, concluyó el trabajo, tomó sus pertenencias, apagó la computadora, tomó el primer taxi que encontró y emprendió el camino a su casa, al llegar su primer parada no fue el baño, como era su costumbre, sino la cocina, en donde se encontraba sobre la mesa una enorme jarra de agua, con un vaso a lado.

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