Sin alternativas a la vista

Conciencia Ciudadana

La pobreza se extiende por todo el mundo, especialmente en aquellos países  cuyos gobernantes apostaron desde hace mucho tiempo por enganchar a sus sociedades al tren del neoliberalismo que les prometió desarrollo, prosperidad y democracia a cambio de entregar los recursos que hasta entonces se encontraban en manos de los pueblos y los estados nacionales al capital privado, asegurando que sólo éste  tenía la capacidad material y técnica para sacarlos de su atraso frente a los países más desarrollados del mundo.

Durante años, pueblos y gobiernos fueron seducidos por esa promesa, creyendo que si  obedecían los mandatos de los patrocinadores de la formula privatizadora el bienestar prometido no tardaría en llegar a sus hogares, aunque para eso sacrificaran la dignidad, la soberanía, la independencia y la responsabilidad de sacar adelante a sus países con sus propios esfuerzos.

Hoy, después de casi tres décadas, el neoliberalismo ha mostrado ya su verdadera faz al mundo entero, a pesar de los esfuerzos de sus promotores nacionales o extranjeros por seguir convenciendo a sus pueblos de seguir manteniendo el rumbo que se les IMPUSO desde entonces.

Asombrados y desolados, los pueblos que compraron la falsa salida van saliendo del marasmo que se apoderó de ellos, al caer en la cuenta que los sacrificios fueron inútiles y que ahora, ni cuentan con los recursos del pasado ni tienen un futuro por delante. Mal se los haya, pero no quisieron entenderlo hasta que no se quedaron sin un céntimo en la bolsa. Ahora, naciones como Portugal, España, Irlanda o Grecia que se sintieron ricas  por las comodidades adquiridas mediante los créditos que les otorgaban los bancos alemanes o ingleses, se encuentran quebradas  e incapaces de cumplir con sus obligaciones, porque el dinero que les prestaron fue a parar a los bolsillos de políticos corruptos y de empresarios ladrones que se libraron de sus responsabilidades transfiriendo sus deudas a las arcas públicas las que sólo pueden ser llenadas con el dinero de los contribuyentes, quienes ahora tienen que pagar los beneficios de aquellos con la pérdida de empleos, la entrega de sus casas a los bancos y la disminución o desaparición de los servicios educativos, de seguridad y de salud públicos pues los gobiernos no quieren saber nada de ellos y además van entregándolos a las empresas privadas para que éstas los conviertan en mercancías de cambio.

Bueno, pues México no va por otro camino, pues el modelo neoliberal también fueron adoptados por nuestros gobiernos desde hace mucho tiempo y  aunque algunos de nuestros gobernantes pretende hacernos creer que aquí no pasa nada lo cierto es que vamos por el mismo camino de aquellas naciones y por lo tanto lo que sucede allá puede llegar a suceder acá, aunque con un impacto más grave, dado la disparidad que nos separa de naciones en las que las condiciones de inequidad crónica que vive México jamás han sido alcanzadas. Digo, los griegos y los españoles no soportarían dejar de comer tres veces al día en tanto que la mitad de la población de nuestro país no lo hace desde hace muchos años y quizá siglos.

La advertencia anterior no se hace sólo por hablar. Las cifras que se generan en las instituciones encargadas de dar seguimiento a la economía, el empleo, la educación y otros rubros así lo hacen saber, aunque desde lo alto de las instituciones se nos intente trasmitir algo del optimismo que dicen tener sus encargados.  No se generan los empleos que se requieren, especialmente los necesarios para los jóvenes que llegan por primera vez al mercado de trabajo. Los artículos de primera necesidad suben sus precios desmesuradamente; el número de pobres es mayor que el año pasado y ya son el 50% de los mexicanos que se encuentran en esa situación.

A decir verdad, nos encontramos en condiciones cada vez más difíciles, pero no existe ninguna respuesta integral por parte de las autoridades, quienes parecen dar palos de ciego sin la intención de querer solucionar las cosas,  respondiendo reactivamente a los problemas puntuales que se le presentan.  Los estados de la república dan la sensación de no hacer nada  para hacer un frente común que obligue a los poderes de la Unión a salir de su marasmo, inmovilizados por compromisos políticos o conflictos sociales a los cuales se quiere solucionar mediante el uso de la fuerza pública. Los problemas y las torpezas se acumulan unas sobre otras sin que nadie haga algo para remediarlas.

En tanto, el ejecutivo federal parece vivir en otro mundo, pensando que con actos escenográficos y declaraciones motivadoras pero sin sustento real pueden resolverse los grandes problemas de la República, en tanto continua administrando los cambios de fondo exigidos por los grandes capitales que marcan la pauta a su gobierno.

Pensar que la sociedad mexicana pueda influir  para que el poder público se ponga las pilas resulta   poco probable, habida la cuenta que nuestro sistema político no se encuentra diseñado, como en otros países, para que el pueblo pueda echar para abajo a un gobierno y sustituirlo por otro mediante la vía del referéndum o las elecciones anticipadas, instrumentos constitucionales que permiten a otros países mantener, aún en sus propias crisis, la unidad nacional y la legalidad  a costa de la pérdida del cargo del jefe de gobierno y su gabinete. En México es al revés, la prioridad está en mantener a toda costa al  presidente en su silla y a sus secretarios en sus puestos, aunque con esto se agudicen las crisis económicas o políticas y se ponga en riesgo la unidad nacional y la legalidad  o se terminen por resolver  mediante el autoritarismo o el uso de la violencia. De esa manera, los gobernantes de nuestro país la tienen más fácil que los de otros, mientras que la sociedad mexicana tiene que cargar con sus fracasos sin esperanza alguna hasta concluir cada sexenio.  La tenemos difícil, verdaderamente. 

HACE 300 DÍAS SE LOS LLEVARON Y DESDE ENTONCES DEMANDAMOS QUE:  VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS DE REGRESO CON SUS FAMILIAS Y SUS COMPAÑEROS, ¡YA!.  

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