#ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO
• Pobre se ve el futuro de la Fiesta Brava mexicana ante la falta de festejos novilleriles
Estimados Amigos saludándolos con el gusto de siempre a través de Plaza Juárez. Concluyó el séptimo mes de este 2019 con un panorama por demás triste para los novilleros mexicanos, en los 212 días, de enero a julio, únicamente se celebraron 215 festejos en los que tomaron parte 93 jóvenes con aspiraciones a Matador de Toros, de los cuales uno actuó en once festejos, uno en nueve, uno más en ocho, tres en seis tardes, seis en cinco, también seis en cuatro, diez en tres novilladas, veintidós en dos y cuarenta y dos en solamente un festejo; de los noventa y dos novilleros actuantes, setenta y nueve son mexicanos; nueve españoles, dos colombianos, un francés, uno más ecuatoriano y uno costarricense, con el corte de 142 orejas en total, lo que hace un promedio de 5 orejas por festejo, que al final de cuenta es un pírrico resultado, tomando en consideración que en la mayoría de los festejos actúan cuatro espadas.
Es incongruente que en estos tiempos en los que proliferan las Escuelas Taurinas y se han fundado un buen número de Ganaderías de Bravo, cada vez sea menos el número de novilladas que se celebran a lo largo y lo ancho de la geografía taurina mexicana, con las plazas de toro de primera categoría, incluyendo la Monumental México, cerradas a un limitadísimo número de “festejos menores”, en tanto que en el resto de los cosos taurinos de segunda categoría del país se dan unas cuantas novillas al año, y en las plazas fijas de tercera categoría y las improvisadas, la mayoría de las veces para poder torear, los jóvenes deben aportar “para los gastos”, último caso registrado, en lo que hace a Hidalgo, lo es el de la novillada celebrada el pasado 21 de julio en Actopan, según lo manifestado por el novillero potosino José Sainz, que hizo del conocimiento de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares, así como de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, que no obstante haber estado anunciado para actuar en la mencionada novillada, el empresario Ángel Acevedo “lo sacó del cartel por no aportar económicamente para torear”, aun cuando el convenio había sido, según el novillero que quienes apoyan a Sainz “consiguieran novillos de una ‘ganadería amiga’”, con lo que es evidente que la gran mayoría de los novilleros deben “colaborar con las empresas para montar los festejos”.
Así los aspirantes a Toreros se enfrentan al drama y la tragedia que representa esperar recibir una oportunidad que de verdad sea importante, y con impotencia ven pasar el tiempo en total inactividad, muchos de ellos con amplios conocimientos del toreo, pero que no les es posible desarrollar su tauromaquia, porque no han toreado lo suficiente para estar “puestos con el toro”.
Precisemos; cuando un torero o su representante se acerca a una empresa para solicitar ser tomado en cuenta en algún cartel de feria, lo primero a lo que se va a enfrentar es al cuestionamiento de “es que casi no ha toreado el muchacho y la verdad viene fulano o zutano que han triunfado en tal o cual lugar y nos garantizan la entrada”, el novillero o su “apoderado” responderá que no ha toreado precisamente porque no ha logrado colarse en algún cartel “desde hace tanto tiempo”, pero que, aclarará apoyando su causa, que no ha dejado de torear en el campo, en tal o cual ganadería, a las que le han invitado a “tentar”, que anda muy bien puesto con las reses y dispuesto a comerse lo que salga por la puerta de chiqueros.
Desgraciadamente la mayoría de las veces los empresarios salen por la tangente y los jóvenes toreros se quedan en espera que alguno de los “punteros” que ya están anunciados cancelen por lesiones o compromisos en Plazas de Toros de mayor importancia y así poderse colar en las combinaciones que se ofrecen en las ferias, la mayoría de las veces en festivales.
Ante esta realidad, ¿que es lo que pasa? Pasa que cuando los novilleros con poco apoyo y nula actividad son anunciados en carteles en los que alternan con toreros que llevan un ritmo más o menos regular de actuaciones a lo largo del año, están en verdadera desventaja.
Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO, si Dios lo permite.