“Busco al hombre”, esta expresión la acuñó el filósofo griego Diógenes cuando en cierta ocasión se presentó a plena luz del día en las calles de Atenas con una linterna encendida y cuando alguien le preguntaba la razón de esta extravagancia simplemente les respondía: “busco al hombre”.
Estoy seguro que muchas veces nosotros desearíamos tener la misma iniciativa de este ilustre filósofo y buscar al hombre o a la mujer que auténticamente represente los intereses del pueblo. Pero ni somos Diógenes ni tampoco tenemos nuestra esfera de cristal para predecir el futuro, por lo tanto, debemos fríamente analizar nuestro entorno para darle sentido a lo que está sucediendo en la vida política del País y en nuestro Estado, y tomar las decisiones que nos permitan no cometer los mismos errores.
En análisis de nuestro sistema de Representación, aquellos a los que nuestra Soberanía y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos les ha conferido el altísimo honor y responsabilidad de ser nuestra voz, nos damos cuenta que el show continúa y nos han dejado mudos.
Al margen del Partido Político que los haya cobijado con su manto, les pregunto a estos representantes del pueblo adolorido si realmente comprenden la trascendencia de su encargo o simplemente lo toman como un estado transitorio a un puesto de mayor jerarquía en donde, entonces sí, puedan poner en práctica toda su vasta experiencia legislativa.
Como quiera que sea, los actuales políticos todólogos perdieron la enorme oportunidad de pasar a la historia como aquellos que si querían tener sus manos limpias, y mostrarlas sin ningún temor al escarnio; levantar su cara sin ninguna vergüenza que ensombreciera su destino.
Pero no; decidieron que querían ser igual que muchos de sus antecesores, escondiendo la cara por la sombra de la desvergüenza, pues siempre se tendrá duda sobre lo legítimo de sus riquezas, la 3 de 3 nació muerta; con la rasurada al texto original castraron la virilidad de la buena voluntad, mataron nuestro derecho de saber para exigir.
Ya vimos que algunos cínicos dicen sin ningún pudor que ellos solo roban poquito y que son rateros de categoría y no vulgares raterillos; en la mayoría de los casos, los mexicanos reímos de sus ocurrencias, y a veces hasta celebramos esas puntadas, y los llevamos a un cargo de elección popular.
Es evidente en todos los niveles de gobierno la falta de preparación para realizar su trabajo con eficiencia; y en lugar de pensar para hacer, terminan haciendo para pensar; el mayoriteo es una forma de ningunear y desperdiciar su capacidad cognitiva, pero también, en su caso, es una forma de complicidad que tarde o temprano se desbordará en su contra.
Se ha olvidado que la mejor manera de hacer política es el diálogo, es el respeto a la democracia y a sus valores, es tomar en cuenta el clamor del pueblo, porque si no lo hacen, ya vieron, el pueblo se los comienza a cobrar en las urnas
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.