TECNOCULTURA
“Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los peregrinos, o porque no se sentían como los peregrinos”. Ray Bradbury escribió lo anterior para “Colonizadores”, un relato de “Crónicas Marcianas”, uno de los títulos más famosos del autor y del mundo de la literatura de ciencia ficción centrado en la presencia de seres humanos en el planeta rojo. ¿Qué tipo de personas estarían dispuestas, en aquel hipotético futuro, a emprender ese viaje?
Alguien, sin embargo, está dispuesto –al menos en el discurso- a dejarnos ver qué tipo de persona emprendería tal odisea y además ayudar a llevarla a cabo. Mars One se presentó en 2012 como un proyecto que quiere hacer lo que ninguna agencia espacial ha planteado antes, a corto plazo: establecer una colonia en marte para el año 2024. En un principio la descabellada idea parecía obedecer a intereses científicos, y llegaba un Premio Nobel de física a confirmar que “no era imposible”, Gerardus ‘t Hooft, el Nobel Holandés, no ha dejado de recibir críticas de sus colegas por apoyar a dicha iniciativa. La Universidad Tecnológica de Michigan (la infuyentísima MIT) ha opinado que es imposible con la tecnología actual conseguir llevar a buen puerto los planes de la Mars One, y ha vaticinado que de lograr llevar seres humanos a vivir a Marte, éstos no podrían tener las condiciones para conseguir el alimento necesario para vivir por mucho tiempo.
A pesar de la lluvia de críticas, Mars One consiguió que más de 200 mil personas se ofrecieran como voluntarias para ir a vivir a Marte, sin boleto de vuelta. Hace unos días, The Guardian publicó un pequeño documental con entrevistas a tres de los 660 finalistas de la misión, el video tiene por título “Si muero en Marte…”. Los protagonistas son un estudiante de física inglés, un médico africano y una iraquí radicada en los Estados Unidos.
Los tres extravagantes personajes rayan en lo absurdo, y el lugar común se aprecia en cada detalle y en cada palabra que sale de sus bocas: un físico que nunca ha tenido sexo y se masturba por “cuestiones científicas”, un médico mozambiqueño que vive entre la pobreza y la enfermedad y una joven exiliada iraquí que pasó de la represión islámica a vivir el sueño liberal americano, y para quien morir – o suicidarse- en marte sería una “misión cumplida”.
A estas alturas no sabemos si Mars One es un proyecto serio o sólo un experimento sociológico y que nos están jugando una broma. Si el curioso perfil de sus seleccionados fuera poco para hacernos dudar, habría que agregar algo aún más bizarro: Mars One pretende ser el reality show más exitoso de la historia; aun antes de llevar al primer humano al planeta rojo, comenzará a comercializar la historia de estas personas para ayudar a recaudar los 6 mil millones de dólares que, estiman, costaría su espectáculo.
Los seleccionados de la Mars One, como los protagonistas del cuento de Bradbury, son personas que podrían tener o no motivaciones elevadas, el ciudadano común. Lo que llama la atención es que las motivaciones de la empresa, además de las económicas, irían en pos de buscar, más que llevar vida a Marte, ver quién es el primer ser humano que muere fuera de este planeta.
@Lacevos