Home Nuestra Palabra Miguel Rosales Si cambio, luego existo…

Si cambio, luego existo…

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PIDO LA PALABRA

“Todos piensan en cambiar el mundo,
pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”
Alexei Tolstoi

La vida es movimiento, la vida es devenir permanente; decía Heráclito que “nadie puede bañarse dos veces en el agua de un mismo río”; nada será lo mismo que ayer, es más, en este momento somos diferentes a como lo éramos hace un par de segundos cuando empezamos a leer esta nota, aunque el cambio sea imperceptible.

Algunos han abusado de ese concepto, como el sonado cambio que alguna vez prometió el infumable ex presidente Fox, pues ese cambio hizo más daño que lo que veníamos padeciendo con anteriores administraciones públicas, en donde, en lugar de avanzar, sufrimos un grave retroceso en todos los ámbitos de la vida nacional, en efecto, cambiamos, pero en reversa.

Sin embargo, el tiempo no se detiene, es imposible inmovilizar ideas o pensamientos como algunos han pretendido o pretenden hacerlo, todavía hay lugares en donde pensar diferente al Sensei es un grave delito que puede costarle una demanda, en donde evidenciar corrupción puede provocar la furia del Estado y echarle todo el aparato gubernamental encima; el derecho a la libertad de expresión ha sido vulnerado por un poder estatal superior, el del despotismo no ilustrado.

El cambio nos da vida y ello es un acicate para buscar trascender y no simplemente vegetar, así lo hemos entendido a lo largo de nuestras vidas, y por ello siempre buscaremos nuevos horizontes, nuevas metas, nuevas razones que nos sostengan en nuestros ideales.

Precisamente eso es lo que están buscando las nuevas generaciones sociales, ¡un cambio de actitud¡, no solo un cambio de personas, no únicamente un cambio de estrategias para llegar a la población; por ningún motivo debemos buscar un cambio para seguir igual.

Esa necesidad de cambio social es una obligación para las corrientes políticas el procurar secundarlas; pero no, no lo entendieron de esa manera, siguieron con su misma tendencia en cambiar solo de nombres, cambiar solamente sus sistemas para ganar adeptos, cambiar, si acaso, sus procedimientos de selección interna, adaptando sus viejos esquemas de control social; pero hasta ahora nadie se acordó cambiar para darle vida a los ideales que le dieron origen a sus respectivos Partidos Políticos, letra muerta que les costó llegar a una virtual extinción del mapa político.

Por ejemplo, ¿Qué hizo el PRI para cambiar?, nada nuevo, lo mismo de siempre, cambio de nombres pero con las mismas promesas de siempre, para “acercarse a la sociedad”, para “acabar con el caciquismo político”, para “combinar juventud y experiencia”, para “dale oportunidad a las nuevas generaciones”, y al final, lo mismo, se empezó y se terminó en lo mismo; en efecto, se cambian líderes, pero todos ellos solo fueron parte del mismo anquilosado esquema fáctico que no soltaba el poder por ser fuente de privilegios personales y no sociales; en esta ocasión la ciudadanía no olvidó ni perdonó y el desastre fue más que evidente.

¿Qué hizo el PAN?, dos sexenio completos que solo sirvieron para favorecer intereses mezquinos; el poder no sirvió para un cambio social anunciado, solo sirvió para cambiar de destinatario los millones de “recordatorios familiares” de los defraudados por tanta promesa incumplida, la esperanza del cambio en eso se quedó, solo en una esperanza que se negó a morir; los panistas bi-sexenales se olvidaron de la sociedad, y los panistas de ahora llevaban esa misma tendencia; la sociedad la convirtieron en el medio y no en el fin de sus principios de ultraderecha.

¿Qué hizo el PRD?, el cambio no es su fuerte, siguieron anclados en su avejentada grilla del siglo pasado; la sociedad siguió siendo para ellos solo carne de prerrogativas presupuestales.

Pero… hay algo que tampoco cambia, mi percepción que tengo sobre los políticos en general; los sigo viendo como a la gente en la que no puedo confiar; los sigo imaginando como esa alegoría platónica en donde en campaña solo nos muestran una imagen virtual y contraria de esa realidad mostrada cuando han llegado al cielo del poder. En esta ocasión me encantaría no tener razón.

El cambio esperado al menos desde hace 18 años nunca llegó, y mientras tanto, siguió habiendo miles de niños desnutridos, miles de mujeres y hombres que día con día se levantan sin saber si hoy tendrán algún alimento para sus hijos, y mañana, la sociedad no sabrá si podrán ser despedidos fácilmente con esa ley laboral que por disciplina partidista aprobaron hace cuatro años. Hoy tenemos una nueva oportunidad, luego entonces, empecemos por cambiar también nosotros.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.