Serenos Morenos…, pero claros en sus objetivos

CONCIENCIA CIUDADANA

    Sólo aquellos  que como los hidalguenses padecen en otras partes de México la rémora del cacicazgo, pueden entender el motivo por el que los hidalguenses se resisten a que el caciquismo local  se fagocite  a MORENA como  lo ha hecho con todos los demás partidos locales; hasta ahora  meros instrumentos de esa casta que en el fondo constituye el verdadero adversario de quienes han llegado a MORENA,  inconformes con la forma en que los demás partidos han ido cayendo en manos de los caciques,  con  quienes  se resisten a colaborar ahora, como se lo indican sus dirigencias.

Quienes persiguen un ideal político pensando que éste mantendrá su pureza a lo largo de las trepidantes luchas que le esperan, suelen no hacer caso de la realidad histórica que demuestra lo contrario, porque un partido o un movimiento político está formado por hombres de carne y hueso que no solo aportan sus ideales sino también sus ambiciones egoístas, más fuertes que los ideales a la hora de tomar decisiones.  
    Esa lección es la que están tratando de digerir en Hidalgo quienes con entusiasmo, generosidad y desprendimiento pertenecen al movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador  y que ven con desconcierto y sorpresa la forma en que MORENA recibe a personajes que, de manera oportunista han olfateado que ya es tiempo de abandonar la vieja nave que les cobijó durante tantos años, para seguir gozando de los beneficios obtenidos y alimentar sus nuevas ambiciones de poder siendo recibidos con amabilidad y confianza inmerecida, como si con el sólo hecho de prometer su apoyo, pudiera borrar de la memoria popular sus agravios e impunidades.
    Desde su integración como movimiento, los integrantes de MORENA en Hidalgo han debido enfrentar enemigos formidables; el primero de todos, un PRI famoso en el país por su capacidad de control político logrado mediante un alambicado equilibrio de fuerzas locales y relaciones externas que, aun cuando formalmente haya perdido  terreno en cada elección, en la práctica sigue sin cambiar mimetizándose  en todos los partidos de oposición renovando sus viejas prácticas antisociales demostrada con los escándalos de corrupción, violencia, impunidad y nepotismo que protagonizan constantemente las autoridades emanadas de todos esos partidos.
     Parangonando a Andrés Manuel, podemos decir que Hidalgo también cuenta  con su propia  “mafia de poder” que, no por mediocre y anodina nacionalmente,  deja de calar sobre las espaldas y los recursos de los hidalguenses, quienes desde tiempo inmemorial suelen identificarla  como “la casta de los caciques”; la que controla  no sólo  la política,  sino prácticamente todas las actividades de la sociedad local, desde la agricultura, el comercio, los mercados, el transporte regional y urbano, los empleos y los tribunales, lo mismo que escuelas y universidades públicas y privadas. Tras cualquiera de éstas actividades e instituciones, se esconde una forma y una estructura caciquil que nos iguala más con el feudalismo que con una sociedad moderna, por más que esconda su condición bajo  gruesas capas de maquillaje.
    Sólo aquellos  que como los hidalguenses padecen en otras partes de México la rémora del cacicazgo, pueden entender el motivo por el que los hidalguenses se resisten a que el caciquismo local  se fagocite  a MORENA como  lo ha hecho con todos los demás partidos locales; hasta ahora  meros instrumentos de esa casta que en el fondo constituye el verdadero adversario de quienes han llegado a MORENA,  inconformes con la forma en que los demás partidos han ido cayendo en manos de los caciques,  con  quienes  se resisten a colaborar ahora, como se lo indican sus dirigencias.
    Lo que no queda muy claro es si los morenistas inconformes  hayan podido trasmitir sus razones  a la dirigencia nacional  y sobre todo para plasmar en su plan de acción  su lucha contra  la “mafia del poder” local, condición necesaria para que propios y extraños tengamos claro  cuál es la causa  superior de su lucha e incluso  para  proponer  alianzas coyunturales  con otros grupos políticos sin renunciar por ello a  sus mantener  sus propias banderas.
    Como siempre, ésta Conciencia Ciudadana se remite a la Historia, la mejor de las maestras para entender las disyuntivas del presente y enfrentar los retos del futuro:
    Emiliano Zapata, yendo más allá de sus naturales desconfianzas de clase, aceptó seguir a Francisco I. Madero no sin antes precaverse de que éste incluyera el reparto agrario en su plan revolucionario, por aquello de las moscas. “Apoyo sí – pensó Zapata-, pero no incondicional”, porque una vez logrado el triunfo pudiera ser que se olvidara el motivo de su adhesión al maderismo,  y fue esta precaución  la que finalmente salvó a la revolución de 1910 de convertirse en un simple relevo de ambiciones personales; porque aunque Madero no quiso o no pudo cumplir sus promesas debido a su asesinato por las mismas tropas que envió a combatir a Zapata, el reparto agrario se convirtió en el corazón ideológico de la revolución mexicana.
Zapata pues, supo ver con claridad el motivo de su causa que, a ojos de los políticos nacionales, pudiera parecer provinciana y rústica; pues para los morelenses el reparto agrario resultaba tan importante como la caída de la dictadura porfirista y debía resolverse al mismo tiempo que ésta.  Y esa claridad en su propia lucha es la que deben contar y saber comunicar los morenistas de Hidalgo para convencer a los votantes de su buena fe y capacidad de conducir el cambio en Hidalgo.
Éstas son sólo unas algunas reflexiones que ésta Conciencia Ciudadana se atreve a exponer a los morenistas de Hidalgo sin ánimo magisterial ni interés alguno frente a  las elecciones que vienen y en las cuales – sin reparo alguno-, la han de encontrar a su lado; sólo que, como siempre, en contra del cacicazgo hidalguense que daña desde hace años a nuestro estado en todos los órdenes de su vida  y no sólo en el campo de la política.
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS CON NOSOTROS.

    

Related posts