Home Nuestra Palabra ¿Seguridad o corrupción?

¿Seguridad o corrupción?

0

HOMO POLITICUS

Increíble pero cierto, seguimos experimentando tragedias en un país que clama por paz y armonía, mientras todo lo oscuro tienen tintes de corrupción e impunidad.

 

            La explosión de una pipa de gas que destruyó y causó muerte y desolación en el hospital de Cuajimalpa, es nuevamente sin duda un ejemplo de corrupción, ya que de acuerdo a los protocolos internacionales esto no debe suceder; las pipas y lugares de almacenamiento deben presentar normas de seguridad infranqueables, por lo que lo ocurrido con esta pipa de gas, nuevamente deja un estela de hedor a corrupción.

            Lo vemos desde los puestos de tacos ambulantes en las calles, donde el tanque de gas, muchas veces con conexiones de mangueras de plástico, está cerca de la preparación de los alimentos y expuestos a fricción y calor, presagian tragedia y las autoridades no hacen mayor cosa porque el hedor a corrupción. Es lo mismo en los puestos de tacos, que en las construcciones de casas o edificios, que en las repartidoras de gas o casi cualquier tipo de negocio, esto es evidente.

            Por ello la indignación es mayúscula, al conocer que un hospital de maternidad haya sucumbido ante una explosión que no debía suceder, que ha causado la muerte de tres personas que no tenían por qué morir, y dejado una estela de heridos y desolación que entristece y encabrona a cualquiera. Nuevamente negligencia, nuevamente corrupción.

            Recordemos cuestiones análogas como el caso de la guardería ABC, recordemos San Juanico; en fin, una serie de casos que deberían aleccionarnos, que deberían poner un freno a situaciones que se pueden prevenir y precaver, esto es más que claro, ya basta de impunidad y corrupción, esto nos sigue pasando facturas y tragos amargos.

            ¿Hasta cuándo seguiremos en esta estela de corrupción e impunidad? La tragedia de Cuajimalpa que hoy enluta al país se habrá de repetir, nos tragaremos nuevamente una gota marga, porque seguimos en la indolencia y complacencia de aquellos que como autoridad deben proceder y no suelen cumplir su deber.