¿SE PUEDE ENSEÑAR ÉTICA?

FAMILIA POLÍTICA

“El hombre está condenado a ser libre”.
Jean-Paul Sartre.

En una reciente y circunstancial plática con el distinguido galeno Don Alberto Jonguitud Falcón, comentaba que próximamente se integrará a la docencia en dos prestigiosas universidades de la entidad, que cuentan en su oferta de licenciaturas con la carrera de Médico Cirujano, la asignatura de Ética, de manera contrastante, casi al término de la carrera, en una y en los primeros semestres en la otra. Esto da a entender, que los propios “especialistas” que diseñan los programas académicos, no se ponen de acuerdo en el nivel y formación médica que requieren los destinatarios de esta materia.

Si bien, la Ética es una disciplina práctica, cuya definición más aceptada es su campo de estudio: la conducta de los seres humanos en sociedad, a diferencia de la moral, que no es un árbol que da moras, sino la capacidad humana para el bien y para el mal, exclusivamente interna, sin trascendencia social.

En todas las áreas formativas de profesionistas, la Ética debiera ser básica en la red curricular. Pongo una ilustrativa parábola, a la que extrañamente tuve acceso por medio de redes sociales (cito el contenido, no textual). Un viejo Maestro decía a sus discípulos: “En una escala numérica, si un ser humano es dueño de una sólida formación ética, vale uno; sI además, tiene cultura, valdrá 10; si posee riquezas, se agregará un cero; otro más ante un espíritu humilde, y así sucesivamente por cada virtud que acumule. Pero… si alguna vez tuerce o pierde su esencia ética, el 1 desaparecerá y ese individuo valdrá cero, lo cual no suma ni multiplica nada”.

Fernando Savater está de moda como filósofo que trata temas éticos, quitándoles la solemnidad y recurriendo al estudio de casos prácticos, en situaciones cuya decisión implica conflicto de voluntad. Por ejemplo: En los recientes actos de violencia que protagonizó un alumno de secundaria, en un estado del norte de la República, los cuales costaron la vida a una maestra, al actor y varios niños resultaron heridos. En un grupo académico, pueden generarse numerosas posibles preguntas: ¿Quién es el culpable? ¿Qué habrías hecho tú en el papel de la maestra? ¿Qué pensarías, si fueras el niño homicida? ¿Qué harías si fuera tu hijo?… Y así por el estilo. Los participantes expondrían diversas hipótesis y juicios, tal vez muy interesantes pero jurídica, social y filosóficamente irrelevantes, pues la práctica tiende a singularizar los hechos; en cambio, la especulación teórica les da tendencia de universalidad.

Repito, la práctica es esencia de esta materia; pero no puede prescindir de la teoría, del discernimiento filosófico. Para hablar de Ética, hay que hablar primero de valores, y para hablar de valores, es necesario discutir si éstos existen por sí, o si el hombre los crea. Ejemplifico: Un cuadro abstracto valuado en varios millones de dólares, ¿es bello per sé o su valor lo crea el individuo que lo aprecia? Es decir, el valor belleza, ¿es objetivo o subjetivo?… lo mismo puede decirse de la justicia, la verdad, la existencia de Dios, etcétera.

Aunado a lo anterior, el problema fundamental de la Ética es la existencia de la libertad como valor. Para su estudio existen dos posturas, aparentemente irreconciliables: Aquélla que sustenta que la libertad está en la vida de todo ser humano, de manera natural; que todos somos arquitectos de nuestro propio destino, que los pobres lo son por pereza…

Por otro lado, está la que niega absolutamente el valor de la voluntad y del esfuerzo; cree que las leyes de la causa y del efecto, imperan en toda conducta; que la fatalidad del destino anula la fuerza del libre albedrío; por ejemplo: si alguien nació pobre, pobre será, también su familia y todos sus descendientes; que para romper esa maldición, no hay empeño que valga: Nadie diseña ni construye su propio destino.

En conclusión, ¿la libertad existe? ¿Tenemos un destino prefijado? ¿Alguien nos preguntó si queríamos nacer o no? ¿Pudimos elegir la fecha de nuestro nacimiento, la época, la familia, la fecha de nuestra muerte…? ¿Cuál libertad?

Al respecto, como ya se dijo, existen dos corrientes aparentemente excluyentes, irreconciliables: El Determinismo y el Indeterminismo; el primero niega la libertad, el segundo, la defiende.

Dos son los elementos fundamentales para la existencia de un valor: polaridad y jerarquía. La primera implica la existencia de un antivalor, el cual, en una relación dialéctica, niega la existencia de su expresión positiva. Dicha negación le da sustento; la confirma: al quitar lo negativo, desaparece lo positivo. En el método dialéctico, la negación afirma. El ejemplo que al respecto pone Bertrand Russell: “Si trazo una línea inclinada con una flecha, significaría cuesta arriba; si coloco otra flecha en el extremo opuesto de la misma línea, significaría cuesta abajo. Cuesta arriba y cuesta abajo son opuestas; sin embargo, al borrar una, desaparecen las dos”.

Esto, traducido al lenguaje común, implica que la libertad existe, pero sólo su negación le da sentido. De ahí surge la responsabilidad ética. La jerarquía, es la importancia que en una pirámide personal tenga cada principio axiológico. Ejemplo: La máxima jerarquía para un artista, sería la belleza; para un científico, la verdad; para un abogado, la justicia…

Si no existiera libertad, no tendría caso juzgar a un reo, puesto que su actuación no surge de su elección ante varias conductas posibles: Actuaría por destino, por determinación ¿Qué culpa tendría?

En este contexto se nutre la frase célebre de Don José Ortega y Gasset El Hombre es él y su circunstancia: “Él, significa voluntad, libertad, albedrío; la circunstancia es el conjunto de obstáculos (economía, lenguaje, raza, época, etnia, religión…) que impiden la realización plena de la libertad pero, si no existiera la circunstancia, la libertad carecería de sentido”: como la luz no vive sin la oscuridad.

Por otra parte, existen condiciones en cada decisión, que implican un mayor o menor margen de libertad, frente a los límites que la circunstancia impone. De donde surge la premisa fundamental de la Ética: a mayor libertad, mayor responsabilidad y viceversa.

En este universo, aplico uno de mis planteamientos iniciales: Una persona puede actuar con una ética intachable en su vida pública y, al mismo tiempo, tener una moral desastrosa, o al revés.

En conclusión: La Ética, como disciplina práctica, requiere una fuerte dosis de especulación teórica; pero finalmente, la conducta de cada quien la dictan sus convicciones, sus circunstancias, su conocimiento y credo en los valores y el respeto que sienta por sí mismo.

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