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Se acabó la institucionalidad 

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Se acabó la institucionalidad 

Mientras unos tratan de contener el desmoronamiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI) bajo el argumento de lealtad, compromiso y “verdadero” interés (ahora sí) en la militancia, los perfiles que hasta el momento han renunciado al partido tricolor en Hidalgo, se autonombran congruentes, leales y comprometidos con la ideología partidista, más no con la dirigencia; pero ambos grupos, tanto el de Omar Fayad Meneses (los renunciantes) como el de Alejandro Moreno Cárdenas (dirigencia nacional), se señalan de querer adueñarse del partido, de corruptos y de ser los causantes del daño que ha tenido el PRI en los últimos años. 

Parece que fue ayer cuando Omar Fayad Meneses era impuesto desde la dirigencia nacional como candidato a la gubernatura, rompiendo así la tradición de los delfines candidatos impuestos por el gobernador saliente; misma fórmula que le aplicaron ya que no pudo imponer a Israel Félix Soto, y en cambio, la dirigencia nacional de Alejandro Moreno impuso a Carolina Viggiano, situación que abonó en mucho al problemón que hoy enfrenta el PRI en Hidalgo; lo que sí es una máxima en estos momentos es que: “el que a hierro mata a hierro muere”.

Y es que no es la primera vez que hay desacuerdos al interior del PRI, tampoco es la primera vez que el choque de grupos provoca una crisis interna, lo que hace diferente a la situación es que, a diferencia de otras ocasiones de “te pego pero te sobo” o te aplico la denominada operación “cicatriz”, en esta ocasión es “te pego y te vuelvo a pegar y si no entiendes te vuelvo a pegar y si quieres lárgate pero sobada aquí no hay”. 

Todo pareciera que se acabó el tiempo de la institucionalidad, aquellos tiempos en los que, pasara lo que pasara, los trapos sucios se lavaban en casa, y han caído en un espiral de declaraciones que al atacarse unos a otros sólo dejan ver a los espectadores todo lo que se realizaba dentro, y como si escupieran para arriba, se dicen corruptos, desfalcadores, prepotentes, autoritarios, agandalladores del partido, oportunistas, aprovechados, tiranos, represores, violadores de estatutos, delincuentes y más. 

Lo que es evidente es que se rompió la institucionalidad para un partido que en el nombre lleva la palabra, quiere decir que no habrá contención en el desmoronamiento que desde hace una década se ha gestado, quizá para muchos la salida de Omar Fayad, diputados locales, presidentes municipales, síndicos y regidores no sea la gran cosa, pero para mucha gente son ellos los perfiles que les han dado respuesta, que les han tendido la mano lejos de los que aún estando en cargos federales no han dado ni un solo peso y sólo se aparecen en campañas para mostrar en videos cómo ponen a la gente de la huasteca a limpiar las botas de la candidata. 

En lo particular, nunca he comulgado con los priístas ni con los ex priístas, quizá porque desde hace tiempo he podido notar desde este avión de papel, que todas las acusaciones que hoy se hacen mutuamente son ciertas y que al final resultarán todas, bien falsas, porque así son estos; sin embargo, tampoco es propio ver este tipo de espectáculos que se están dando, con una pena ajena, con lo más bajo de la política, como si fuera una lucha en lodo, donde lo que ahora buscan es salir lo menos salpicados. Una vergüenza total, y un espectáculo que ya ni lástima genera.