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Sarkozy ayuda a Fillon a sofocar rebelión interna

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Problemas por salvar una candidatura desprestigiada

Diecisiete diputados rebeldes exigieron convocar el comité nacional de Los Republicanos para reexaminar la viabilidad de su candidatura
Sarkozy y Fillon buscarán soluciones al naufragio de la campaña. Georges Fenech, cabecilla de los conspiradores, dijo que hacer campaña a favor de Fillon estaba convirtiéndose en “algo imposible”. Tenía bastante razón. Por un lado, los organizadores de la campaña evitan revelar sus planes con anticipación, con el fin de no dar tiempo a manifestaciones y caceroladas de protesta. También privilegian los actos en lugares cerrados
La campaña de François Fillon sufre un colapso. La candidatura sigue en pie, contra viento y marea, pero apenas existe un calendario de actos y se intenta evitar que el aspirante conservador a la presidencia contacte con la gente: su impopularidad suscita situaciones desagradables.
Tras sofocar el intento de rebelión de 17 parlamentarios que pedían su renuncia, Fillon repite que no cederá porque ganó las primarias y no existe un candidato que pueda reemplazarlo. Dice que si él se rinde, Marine Le Pen será presidenta y se hundirá la Quinta República Francesa.
El riesgo de una victoria de la ultraderechista Marine Le Pen fue, precisamente, lo que provocó el motín de Le Bourbon. El restaurante Le Bourbon, cerca de la Asamblea Nacional, cuenta con una cierta tradición como cenáculo de los gaullistas descontentos. Fue allí donde Jacques Chirac y otros notables del gaullismo se reunieron una noche de 1974 para amotinarse contra su jefe de filas, Jacques Chaban-Delmas, y pasarse al bando de Valéry Giscard d’Estaing. Entonces temían a François Mitterrand. Los 17 diputados rebeldes que el lunes fueron a cenar a Le Bourbon temen a Marine Le Pen, y creen que Fillon, acosado por los escándalos y cada vez más rezagado en los sondeos, propicia el auge de la ultraderecha.
Los rebeldes pidieron que se convocara el comité nacional de Los Republicanos, el partido gaullista, con el fin de que se reexaminara la viabilidad de la candidatura de Fillon. El candidato, recién llegado de la isla de Reunión, empuñó el teléfono y logró frenar la iniciativa. El hombre que le apoyó en ese momento crítico fue Nicolas Sarkozy.