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SANTIAGO LÓPEZ ORTEGA

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Estimados amigos, nuevamente con un cordial saludo a través de Diario Plaza Juárez. No obstante la oposición de antitaurinos y desvelados “protectores” de los derechos los los niños, que reiteradamente cuestionan la práctica del toreo por los menores, cada día son más los pequeños que acuden a aprender los principios básicos de la lidia de reses bravas en las Escuelas Taurinas que, afortunadamente, vienen funcionando en diversas localidades del país, atendidas por matadores de toros y subalternos, ya en el retiro o, incluso, en activo, además bajo la vigilancia de las familias de los pequeños lo que les reduce en buena parte los riesgos a que se enfrentan.

Es importante señalar que cuando un ser humano experimenta el llamado de la vocación por alguna actividad buscará los medios necesarios para desarrollar sus aptitudes hasta alcanzar el triunfo, aún cuando no siempre se logre pero, indudablemente, siempre llevará la satisfacción de haberlo intentado; entonces los niños y jóvenes que sienten vocación por la lidia de reses bravas, tienen muy claro que para lograr la realización de sus sueños no solo basta con que dominen la técnica fundamental del toreo, como es el manejo de capote y muleta, la colocación de banderillas o la suerte de matar, además deben tener el valor así como las cualidades suficientes para enfrentarse a las reses bravas.

Esto último es lo que hace la diferencia entre aquellos niños a quienes sus padres inducen, obligando en algunos casos, a la práctica de alguna actividad o profesión trunca en el progenitor; no, para ser torero no basta con que un padre, abuelo o tío inculque al niño la afición por la fiesta brava y que de buenas a primeras lo quiera poner frente a un astado, se podrá inculcar la afición pero la vocación nunca y para pretender ser torero es indispensable eso, vocación.

Y vocación es lo que le sobra a Santiago López Ortega González, nacido en el estado de Chihuahua, nada taurino por cierto, pero avecindado en la hermosa Guadalajara desde hace cinco años, que a la tierna edad de once años sintió el llamado del vocación por la Lidia de Toros bravos, y Santiago le pone fecha al día en que decidió ser torero, 23 de febrero de 2017, después de haber asistido a una corrida de toros en la Plaza El Centenario de Tlaquepaque, Jalisco, detalla que el cartel lo integraron Enrique Ponce, “Paquirri”, Juan Pablo Sánchez y Giovanni Aloi que lidiaron un encierro de Pepe Garfias.

El siguiente paso para Santiago, que no cuenta con antecedentes taurinos en su familia, fue ingresar a la Academia Municipal Taurina de Guadalajara “Manuel Capetillo Villaseñor”, lo que ocurrió, casualmente, el día 12 de mayo pero del año 2017 en que recibió la primer lección de tauromaquia de su maestro Pablo Miramontes, quien fuera novillero y excepcional Subalterno, ya en el retiro, ahora; después de dos años Santiago López Ortega, camina con paso firme en la difícil profesión, habiendo acumulado 15 festejos como becerrista, además de tientas en las que ha participado a invitación de los ganaderos jaliscienses a los alumnos de la Academia, obteniendo importantes triunfos, como el logrado el pasado 30 de abril en el encuentro de Escuelas Taurinas en Aguascalientes, en el marco de la Feria Nacional de San Marcos, habiendo obtenido el trofeo al triunfador de la tarde.

El pasado sábado Santiago tuvo la oportunidad de tentar en la Ganadería Hidalguense de Castro Hermanos, en compañía del novillero tapatío Paco Miramontes, a invitación de la familia Castro Gómez, el joven becerrista dio muestra de sus amplias posibilidades para lograr un sitio de relevancia en el Arte de Cúchares, lidiando con valor, intuición y conocimiento a tres eralas que si bien resultaron de buen estilo fueron demandantes con los toreros.

En Santiago López Ortega hay una promesa del toreo, ni duda cabe.

Por ahí nos vemos, Entre el Callejón y el Tendido, si Dios lo permite.