La imbecilidad de las guerras otra vez de manifiesto

Así es la vida bajo las bombas en los últimos territorios controlados por los rebeldes
“La situación es catastrófica”, relata un activista opositor, residente en el Alepo oriental, solicita el anonimato porque teme represalias si los oficialistas toman su barrio. La ONU DEFINE la situación con las mismas palabras. Los hospitales apenas funcionan, no hay agua, falta gasolina para los generadores y la comida escasea. El cerco, con intensos bombardeos diarios y cientos de muertos, se ha prolongado cuatro meses sin reparto de ayuda humanitaria.
Sabah Mohammed murió el pasado 3 de diciembre en su silla de ruedas en el barrio alepino de Shaar mientras su marido buscaba un doctor. Según Al Arabiya, Yahya Alrio, el fotógrafo, habló con el hombre, que denunció la situación catastrófica. Compungido, le relató que ha perdido a sus siete hijos y su casa en la batalla.
Ella es una de las víctimas que van quedando desparramadas por las calles de la segunda ciudad siria. Este martes, las fuerzas oficialistas retomaron todo el casco viejo de Alepo. Empezaron a penetrar hacia el sur del barrio de Bab al Nairab por la tarde. En clara retirada, las brigadas opositoras pidieron una pausa de cinco días para evacuar a los no combatientes y heridos que quedan en sus distritos. El gobierno sirio y su aliado ruso rechazan todo alto al fuego que no incluya la salida de los milicianos de la ciudad siria, pero Moscú asegura querer seguir dialogando.
El Observatorio Sirio para los DDHH, una ONG pro oposición, relató ayer cómo las tropas leales a la administración siria ocuparon los distritos de Aquiul y de Bab al Hadi, en la parte antigua alepina.
Según la misma organización, el barrio de Shaar, controlado ya por las autoridades, había quedado repleto de cadáveres por la incapacidad de los equipos de rescate para intervenir bajo los bombardeos del régimen. Los golpes prosiguieron en los distritos alzados de Bustan al Qasr y Al Kalasa.