- Todo pierde sentido sin la vida… hasta la disputa por el poder
En todo caso la pandemia del Covid-19 ha sido una oportunidad para descubrir la vital solidaridad y empatía que una inmensa mayoría guarda como valor fundamental en el alma, pero también la miseria humana de otros, que se traduce en agresiones a médicos y enfermeras, irresponsabilidad hacia los demás con el principio de que “si a mí y a mis cercanos no nos pasa nada, entonces se vale todo”, a lo que debe agregarse la oportunidad que grupúsculos de poder ven en la tragedia para cimentar su posibilidad de ver crecer su capital político.
Hidalgo, nuestro Estado, vive un momento complicado porque buena parte de su población se ha negado sistemáticamente a reconocer la gravedad del problema, y por lo tanto acatar las dos medidas fundamentales que de manera real pueden disminuir los casos de contagio: quedarse en su casa y la sana distancia.
A lo anterior se suma la actitud lamentable de la bancada legislativa de Morena en el Congreso local, no todos por supuesto, ligada de manera directa con un grupo o clan de poder, que no ha desperdiciado la ocasión para asociar la implementación del Hoy no Circula con lo que ellos ven como una acción recaudatoria de recursos económicos y por lo tanto tiene intenciones malévolas.
En ningún momento plantearon en su argumentación que la movilidad se traducirá en contagios al por mayor y más personas muertas, para encaminar su estrategia a la corrupción que según ellos pulula entre los cuerpos de seguridad, encargados de aplicar multas a quien saque su vehículo el día que no le toca hacerlo.
Ningún gesto que pudiera implicar el sentido de solidaridad que se traduzca en el reconocimiento de que la situación amerita actitudes de altura, sentido claro de convocar a la unidad y hacer una pausa necesaria en las disputas por el poder. Todo lo contario, si la oportunidad es viable para buscar de nuevo incluso la desaparición de poderes será aprovechada. La miseria humana en todo el sentido de la palabra.
Otros lo son por omisión, porque en su tarea a escala minúscula de perseguir los mismos objetivos, se han hecho cómplices con su silencio, su actitud eterna de esperar para actuar. Nadie con una convocatoria para que de una vez por todas se entienda que lo verdaderamente importante es que todos actuemos con un objetivo sustancial: cuidarnos y al hacerlo cuidar a los demás. Es un principio básico de respeto a la ciudadanía.
La pandemia nos ha hecho ver esta dramática situación en el plano mayor, el de los reflectores, el de los escenarios donde la pugna eterna es de los que creen tener la razón por quién sabe qué motivo, y por lo tanto los que no la tienen, o al menos esa es la intención de los que se erigen como poseedores de dogmas.
Por esta vez no debe ser así. Hay un bien superior a cuidar: la vida humana, nuestra propia existencia.
Confundir que la historia es de nueva cuenta la pelea eterna de ideologías (cuando las hay, aunque se encuentran casi extintas en estos tiempos), de poder por el puro gusto del poder, de la culminación de venganzas contra enemigos reales o inventados, solo puede llevar a un fina dramático, terrible.
Hagamos todos de alguna manera una pausa, un espacio digno y necesario para rescatar el principio básico que ha logrado salvar tantas veces a una humanidad doliente como la nuestra, y que citó Publio Terencio Africano, “Hombre soy, nada de lo que es humano me es ajeno”.
Ojalá haya tiempo, con todo y que después se regrese a la misma comedia trágica de la disputa canina por el poder.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta