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RETRATOS HABLADOS

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Hasta pronto Gran Caifán (de “cae” y de “fine”)

  • Siempre será deber salir a dar la cara por lo que se ama, lo que se admira… 

Por naturaleza el ser humano defiende su vida. Se trata de un instinto básico y necesario para proteger lo más valioso que se posee: la existencia. 

Y en esa tarea siempre será deber salir a dar la cara por lo que se ama, lo que se admira, lo que ha dado razón precisa a la estancia corta por el Valle de la Vida, que no de las lagrimas. Ahora entiendo en muchos sentidos la defensa férrea que grupos de historiadores han hecho, hacen y harán del centro histórico de ciudades como Pachuca, no para que mantenga la imagen lamentable de otros tiempos, sí con el objetivo sustancial de que no pierda su alma por intervenciones carentes de toda cordura con la memoria.

Sin embargo no son solo lugares, que al final de cuentas son escenarios, sino fundamentalmente las personas que con su presencia lograron transformar cualquier lugar en paisaje pleno de belleza y recuerdos que nos acompañarán hasta el final de la vida misma.

Cuando en el andar por el camino de pronto nos despertamos con que uno a uno de pronto desaparecen, y este hecho que para otros será de su atención unos minutos, para el que empieza a extrañar es igual a la destrucción que se hace en contra de la historia arquitectónica del lugar que siempre se ha habitado. Es decir, resulta irremediable, y sabemos que ya nada será igual.

Pero además es un aviso nunca equivocado de que el círculo empieza a cerrarse con la partida de cada personaje, que en su momento nos dio la certeza de que por ellos no pasaría jamás el tiempo, y por lo tanto nosotros correríamos igual suerte.

Casi siempre el tambor que anuncia el principio de los adioses empieza con los escritores y cantantes que admiramos. Luego pega más cerca, y sin duda mi padre tuvo razón cuando la madrugada de un día de abril decidió irse, luego que todos sus hermanos y hermanas habían muerto, igual que sus paisanos que recordaban con tanto cariño la laguna de San Miguel. 

Supongo que otros y otras de mi edad, es decir casi sexagenarios (suena horrible igual que quincuagenarios, porque así se anota la edad en los reportes policiacos del que de pronto falleció en la calle, en la peluquería cuando acudió a un corte de cabello, en la tienda, en el taxi). Decía que seguro otros y otras habrán echado en reversa la memoria para recordar a Óscar Chávez y sus canciones de protesta, su “Por Ti” que cantamos a moco tendido, su versión de “Perdón”… para pedir perdón, pero sobre todo “La Casita” antes que el robo entrara a la era de las transferencias electrónicas sin rastro de por medio.

Siempre pensé que el primer artista mexicano de corte popular que se presentó en el Palacio de las Bellas Artes, tendría por mucho 70 años si no es que menos. Vaya pues que esperaría a los de mi generación para, en igualdad de circunstancias, nos acompañara con sus canciones de la calaca flaca al panteón cuando llegara la hora funesta. Los artistas, todos los suponemos, pueden llegar a ser eternos, a burlar el paso del tiempo y un día encontrarse con sus seguidores que lo eran cuando ellos ya tenían 40 o 50 años años, y nosotros 18 o 20.

El tiempo siempre se encarga de construir el escenario de nuestra existencia, para después desarmarlo con absoluta paciencia y respeto para el que fue edificado, en señal clara de que es momento de arriar velas.

Somos tan efímeros que por eso casi siempre decidimos amarrar el recuerdo a quienes consideramos grandes personajes de nuestros tiempos, pero luego descubrimos que después de todo no fue así. Entonces pasamos a buscar el respeto eterno para la plaza pública donde nos llevaban de niños, y por ese hecho la consideramos única y auténtica versión que heredaremos a la posteridad.

Se vale, por supuesto que se vale, aunque no siempre encuentra eco en la nuevas generaciones que se obsesionan con la modernidad.

De tal modo que siempre será el amor la única y real posibilidad de entregar algún testimonio de nuestro paso por el mundo, no hay de otra.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta