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RETRATOS HABLADOS

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AMLO, 1 de junio: fecha definitiva

Viene lo peor en la pandemia del covid-19, pero (y para usar una imagen utilizada con insistencia durante estas últimas semanas) “empieza a verse la luz al final del túnel”. Al menos así lo anunciaron las autoridades federales y sinceramente queremos creerles de principio a fin, sin ninguna duda, confiados pese a todo; porque apostar a lo contrario sería hacerlo a la desintegración del país, que empezaría con un territorio tapizado de cadáveres ya no solo producto del crimen organizado sino también de la enfermedad, y acabaría con una guerra desatada por el poder del dinero, ante un personaje como Andrés Manuel López Obrador, a quien culparían de todo lo habido y por haber, para exigir inmediatamente su dimisión.
    A nadie conviene que el primer gobierno de real alternancia en México se caiga, porque apostar por esa posibilidad es hacerlo por la revancha, la venganza que siempre ha nutrido el sistema político mexicano, y que por ello se ha traducido en una historia que nunca cristaliza en nada porque siempre se empieza de cero hasta la eternidad.
    No recuerdo un solo hombre de poder que a su llegada al cargo,  haya tenido como primera acción anunciar que continuará  y dará mantenimiento a las obras de su antecesor que hayan demostrado su eficiencia, porque en ellas se aplicaron recursos de la ciudadanía y haya sido o no de su partido merece dicho reconocimiento.
    Sucede en cambio lo contrario: el nuevo soberano afianza su mandato con la destrucción de lo que el otro hizo, el olvido de sus obras que implica no destinar un solo peso para su mantenimiento, y de este modo el pueblo vea que resultaron un fiasco absoluto al oxidarse el anuncio, fundirse los focos de la fuente y cuartearse la cinta asfáltica del libramiento. Sabe, bien que sabe, que un bajísimo presupuesto habría hecho ver como nuevas las obras del que se fue.
    Pero no es así, porque en cada nueva administración se debe partir de cero, “porque no se había hecho nada y lo que se hizo, se hizo mal”.
    Sí, es cierto que el actual Jefe de la Nación no solo no es proclive a reconocerle algo bueno a los que logró quitar del poder. Considera su deber afirmar que con él empieza una nueva era, que México renace a partir de que asumió la Presidencia de la República. Lo ampara el enojo y la rabia de los ciudadanos contra los priístas y panistas, pero sería absurdo aceptar que no hubo nada bueno en la historia que terminó.
    Sin embargo, hay justificación para lo que afirma una y mil veces. Pero ésta no puede, no debe durar toda la vida, y poco a poco, con la tranquilidad que ofrece la reflexión, deberá evaluarse el pasado, el presente y el futuro.
    Un país no se inventa en un sexenio. Eso lo sabemos, y por ello esperaremos con esperanza y confianza que a partir del 1 de junio de verdad el fantasma del coronavirus empiece a desaparecer, paso a paso, de manera paulatina pero sin que se haya presentado la tragedia que muchos anticipan y esperan se cumpla, para poner en marcha la estrategia que deje sin Jefe de la Nación al país y luego dar paso a un conflicto civil de magnitudes impensables.
    Vamos a mirar con serenidad el escenario, a discernir con datos y cifras confiables lo que está por venir, sin hacer caso ni a los fanáticos de AMLO que lo idolatran, ni a los fanáticos que lo odian. El punto medio está en usted, en mí, en todos los que pueden darse el tiempo de pensar y repensar las cosas.
    Deseamos, sinceramente deseamos que el 1 de junio podamos comprobar que llegamos a esa fecha sin una multitud de contagiados y muertos del covid-19, y el reconocimiento mundial por haber tenido un manejo ejemplar de la enfermedad.
    Ojala así sea.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta