• Magia de poder en el voto
A todos nos sorprende el momento político que vive el país, nuestro estado, el municipio que habitamos.
Las verdades eternas han quedado en el pasado, y de pronto el ejercicio del político ha adquirido nuevas modalidades en las que es posible observar de manera fundamental, que con todo y pese a todo, el ciudadano sí posee un elemento vital y esencial en estos asuntos: su voto.
De tal modo que el único factor que será tomado en cuenta en cada una de las elecciones por venir, serán los hechos, los compromisos cumplidos por los hombres y mujeres que llevaron a una determinada parcela de poder a través del sufragio los ciudadanos.
Los matrimonios hasta la defunción de uno de los cónyuges llegaron a su fin. A partir de estos tiempos nadie tiene por qué aguantar el maltrato del otro, la falta de palabra, la mentira; porque pagará cara su osadía en los siguientes sufragios donde simplemente le dirán al candidato del partido mentiroso: “contigo no, mejor pruebo con otro, y si el otro falla también se va”.
Por supuesto, no hay perfección en estos asuntos, pero tampoco la desfachatez y la poca vergüenza pueden ser toleradas a estas alturas. El valor preciso del voto es ese: cumples o te vas.
De modo tal que con todo y la ilusión que despertó desde su eterna campaña, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, sabe que al final de la etapa en que el ciudadano puede y debe evaluar, serán los hechos concretos, logros tangibles, los que guíen su voto para ratificarle su confianza o simplemente agradecerle su esfuerzo y darle las gracias.
La razón es una y simple: sobrevivir a la vida, y con ello me refiero a los asuntos económicos y de oportunidades, no es fruto de la casualidad, sino de hechos, de sueños convertidos en realidad.
Cada hombre y mujer que hoy tienen un poder determinado, están ciertos que el ciudadano pide a gritos que cumplan sus compromisos de palabra en la realidad. Que pueda ver y disfrutar las obras comprometidas en campaña, que su vida sea un poco mejor a la luz de los hechos. Así de simple.
Y por muchas razones no será asunto de ideología si de izquierda, derecha o centro. Será bajo un esquema de verdadera sensibilidad humana y honestidad intelectual, como los gobernantes podrán aspirar a la aceptación con la simple acción de cumplir sus compromisos, sean en obras o en un manejo limpio de los recursos económicos.
Nadie objetará, salvo los que han casado su existencia a las pugnas ideológicas, si quien puso en un cargo le responde con acciones reales que le den oportunidades a su familia, a sus paisanos, a sus compañeros de vida.
Al final del día lo vital es que la igualdad se manifieste en que todos tengan acceso a las oportunidades de crecer, de desarrollarse, de transitar por la existencia con la alegría que produce en toda familia que haya trabajo, forma de ganarse honradamente la vida y crecer en la medida de sus capacidades.
Ningún partido político podrá, de este modo, eternizarse en el poder.
Cada sexenio, cada elección, serán la prueba y la calificación. Podrán seguir si cumplen. Se irán a la banca por quién sabe cuántos años, de no hacerlo.
Esa es la gran ganancia.
AMLO tiene seis años como plazo para erigirse en un mandatario que honra su palabra. Tal vez menos en los juicios sumarios que ya le practican. Pero el juicio final, el definitivo, será el de las urnas, porque pese a todo el voto tiene un valor fundamental y el ciudadano ya se dio cuenta de esa cualidad. El poder lo otorga, pero nunca de manera eterna.
Eso es lo que salvará al sistema político mexicano. Y lo salvará de sí mismo.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta