• La soberbia, igual que el poder, enloquece
Un pecado capital, la soberbia, podría llevar el día de hoy al despeñadero sin retorno, una carrera político que su protagonista creyó con absoluta seguridad que solo podría tener un destino: la gubernatura del Estado de Hidalgo. La soberbia le hizo creer a Cipriano Charrez, que haber sido electo diputado federal por Morena tenía como único origen su carisma, arrastre con las masas y liderazgo único e inobjetable. Nada qué agradecerle a la ola del Presidente López Obrador, todo era logro suyo y de nadie más.
La soberbia lo llevó a cometer el error más simple y vulgar en cualquier persona: sentirse invencible, inmortal, capaz de decidir quién vive y quién muere sin asumir ninguna responsabilidad, porque a su nivel, al que creía encontrarse, todo lo humano empezó a serle ajeno, contrario a lo escrito por Publio Terencio Africano. La soberbia produce seres incapaces de reconocerse en su propia historia donde por fuerza debe existir un rasgo de sensibilidad.
Hacerse ajeno a uno mismo por la actitud fatua de pensar que la vida misma puede comprarse con dinero, solo tiene como consecuencia que ese que nos mira de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, reniegue del que observa totalmente enloquecido por haber abrevado de un poder para el que no estaba preparado.
Porque nada de lo que haya hecho podrá borrar la imagen de un cobarde que abandona a su suerte a un pobre hombre que se consume en el fuego, luego de haber sido el probable responsable directo de que esa tragedia se registrara.
A nadie podrá culpar de su torpeza, de su soberbia que lo convirtió en un personaje miserable, indefendible aún para sus más fieros defensores.
Es cierto, errar es de humanos, pero solo cuando este error se reconoce, se hace un acto de contrición y se da una muestra clara de arrepentimiento. Charrez no ha hecho ni lo uno ni lo otro, por el contrario se ha cansado de buscar culpables para su culpabilidad, se ha regodeado en divulgar la versión de que todo tiene como origen un “cerco jurídico en su contra”.
No es así Cipriano, simplemente debes responder con honorabilidad y dignidad el hecho de que dejaste a un pequeño sin padre, a un padre sin hijo, a una esposa sin esposo. Simplemente aceptar que efectivamente cometiste un grave error que le costó la vida a una persona, y que merece tu arrepentimiento.
Porque plantear que todo es prácticamente una confabulación por lo grandioso que eres, porque como tú nadie representa a los indígenas del Mezquital, porque te tienen miedo los que adelantan serás gobernador, porque como tú ninguno, es darle paso a la soberbia, a esa actitud que acaba con todo lo que toca.
Nadie podrá decir que reúnes toda la maldad del mundo como tampoco la bondad. Eres un simple ser humano que, como todos, tiene ambiciones, sueños. Como todos con claro-oscuros en tu existencia. Eso es normal.
Pero la soberbia lleva a pensar al que enferma de ese mal, que todos le envidian, que todos buscan hacerle mal porque es único entre todos.
Y eso es lo grave.
A las diez de la mañana de hoy la Cámara de Diputados federal se erigirá en jurado de procedencia igual que en las películas gringas, y hasta adelante frente a dos mesas se sentará la parte acusada con su abogado, la parte acusadora. Y escucharán al que es señalado como responsable de homicidio culposo defenderse, si es que puede. Escucharán a los que piden su desafuero, y luego decidirán.
Y en todo este teatro de la política, un hecho fundamental es único y real: la soberbia acaba, igual que el poder, con todo lo que toca.
Mil gracias, hasta mañana.
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@JavierEPeralta