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RETRATOS HABLADOS

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  •    Política: siempre hay esperanza


Por muchas razones debemos pugnar por el entendimiento político en nuestro Estado. Es un principio básico si se desea que el progreso llegue a todos sus habitantes, y de este modo arribar a nuevos niveles en la disputa y manejo del poder.
     Sin embargo hay principios básicos en esta tarea siempre inconclusa, pero que de manera obligatoria deberán ser acatadas por los personajes participantes. Uno, fundamental, es que solo pueden tener participación aquellos que recibieron el visto de la ciudadanía a través del voto.
     En Hidalgo sucede algo raro en estos menesteres, porque resulta que un buen número de legisladores locales del partido político gobernante en el país, actúan bajo instrucciones de un personaje que no recibió el beneplácito del votante en las urnas.
     Nada más contrario al ejercicio democrático que el uso de testaferros para representar no la voz del ciudadano, ni siquiera a un grupo político numeroso, sino de una sola persona, una sola voz que no es la de ellos.
     Puede reconocerse su lealtad absoluta, sin duda de ningún tipo hacia el empleador. Puede alabarse la disciplina casi militar con que actúan, a través de la cual dan vuelta a la derecha, izquierda, media vuelta o paso redoblado.
     Sin embargo esa actitud, digna de halago en un grupo cerrado, en un clan donde el jefe es considerado casi Dios, es absurda en un Congreso donde la representación es por naturaleza de todos y para todos.
     Todos, por supuesto, tienen derecho a crear su propia cofradía en el terreno político, manejarse con principios y rituales casi secretos. Pero llevar ese proceder al ámbito público, al escenario más importante para el ejercicio democrático que ha costado tanto en la historia del país es caminar en reversa hacia el autoritarismo, donde manda no el más preparado, el más cercano al ciudadano, el líder querido por su trabajo, sino el líder temido, que espanta, al que se le tiene incluso terror por las consecuencia que traería no obedecerlo.
     Eso pasa en nuestro Estado, con un Congreso en el que no se han logrado distinguir con claridad los escenarios, y se confunde el interés particular con el colectivo.
     Y sin embargo aún hay esperanzas. Porque la conciencia ciudadana a la que siempre hace referencia el maestro Serna Alcántara, siempre será superior a la inconsciencia de los menos, de los grupúsculos de poder.
     Tarde o temprano habrá de prevalecer la honestidad intelectual que se ponga encima del miedo, de lealtad mal entendida, del sojuzgamiento a que son sometidos los que hoy actúan  bajo consigna que les es dictada desde un lugar que no es el Congreso.
      Hay posibilidad en tanto renazca la posibilidad de recuperar la memoria, de ver más allá del mismo poder, del ansia de poder.
     Mal haría en aplicar sentencias, condenas eternas a legisladores y legisladoras de inteligencia real, de sensibilidad humana. No es así. La vida está hecha de caminos errados y caminos correctos. Todos estamos en la condición de equivocarnos, pero también de rectificar.
     Más allá del poder existe una realidad en la que es posible recuperar la vocación de quien lucha por llegar a un lugar de mando, la razón de tanto sacrificar la propia vida privada.
     Sin ese sueño de querer una vida mejor para el prójimo, para el ser humano que camina como desconocido y marginado en la vereda donde vamos, todo está perdido.
     Pero hay esperanza… Siempre hay esperanza.

Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta