RETRATOS HABLADOS

    •    Y muriendo se resucita a la vida…


Nunca en la historia del Estado de Hidalgo, se había registrado una tragedia con tantas víctimas (ya sumaban 102 a las 19 horas de ayer), como lo sucedido en Tlahuelilpan. Nunca la atención nacional y mundial se había volcado a detallar con tantas imágenes la muerte de personas que hasta sus últimos momentos permanecieron conscientes, porque de acuerdo a médicos consultados, un quemado nunca pierde la conciencia igual que el que fallece al desangrarse.
    Saber lo que sucede, que la muerte está por llegar, es una de las angustias más terribles para cualquier ser humano, y precisamente la voz de quien gritaba, “¡ayúdame, me muero!”, hoy corresponde a uno de los que murieron posteriormente en un hospital.
    Este mes, arranque del 2019, quedará marcado en la historia de la entidad hidalguense y del país. Quien a estas alturas busque sacar provecho político del asunto sabe que está condenado al fracaso, como el funcionario de nivel medio del gobierno federal que en el evento que presidió el Presidente López Obrador en Hidalgo este jueves, pretendió organizar a un grupito que llevó ex profeso para intentar dejar mal parado al gobernador Fayad.
    Absurdo cuando el Jefe de la Nación ha insistido que la mejor fórmula para que México salga de su situación, es el trabajo conjunto con los gobiernos estatales, sean o no de su partido.
    Algo debemos aprender de todo esto que sucedió en tan pocos días, pero que se quedará en la memoria de los que estuvieron ahí por razones de trabajo, como los reporteros y fotógrafos, los que acompañaban a sus parientes y esperaban su regreso en el campo de alfalfa, los que se enteraron al ver imágenes que nadie en su sano juicio debió haber difundido, donde los cuerpo son un surco de sangre y dolor.
    Y lo que se aprende es la solidaridad, la capacidad que todos los seres humanos para ayudar al prójimo, de condolernos por su sufrimiento, por el llanto de sus hijos, esposa, padres.
    En cualquier momento, a cualquier hora y día, podemos partir de este mundo que conocemos a otro que intuimos existe. Pero hay de formas a formas para hacerlo, y lo sucedido con más de cien hidalguenses es terrible, porque algunos nunca se enteraron que habían muerto.
    El fuego es tan terrible que detiene el tiempo, lo para en seco y se quedan los ojos abiertos, el grito que no logra salir de la garganta. Se queda una estatua llena de llagas, testimonio del dolor más agudo, más insoportable, que por eso el cerebro ordena cesar toda actividad al cuerpo, es decir le ordena que muera porque es absurdo un sufrimiento sin sentido cuando la esperanza de vida es inexistente.
    Para un quemado como los de Tlahuelilpan el mejor consuelo es dar el último aliento, porque no solo se quemó la piel, sino los pulmones, la laringe, los riñones.
    Eso ha sucedido en estos días, en que varios se durmieron para siempre.
    A nadie se le desea la muerte, pero para los que se negaban a morir el dolor era tal que imposibilitaba cualquier consuelo, cualquier esperanza. Y el adiós también fue descanso para sus parientes.
    Aprendimos sin embargo y pese a todo, que nos importa el prójimo, nos duele su dolor, nos alerta para evitar que un hijo, un hermano, un pariente, un conocido, vaya a pasar por ese viacrucis.
    Para todos ellos que ya se fueron, para los que luchan por vivir, para sus parientes, sus amigos, el deseo sincero de que descansen, sepan que quién sabe por qué razones, les tocó la de malas, o tal vez simplemente apuraron el paso para conocer otras realidades.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
El fuego es tan terrible que detiene el tiempo, lo para en seco y se quedan los ojos abiertos, el grito que no logra salir de la garganta. Se queda una estatua llena de llagas, testimonio del dolor más agudo, más insoportable, que por eso el cerebro ordena cesar toda actividad al cuerpo, es decir le ordena que muera porque es absurdo un sufrimiento sin sentido cuando la esperanza de vida es inexistente.

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