RETRATOS HABLADOS

    •    Volver a ser una simple persona


Justo en 19 días el Presidente Enrique Peña Nieto pasará su última noche todavía como Jefe de la Nación. Al amanecer del primero de diciembre dejará atrás lo que todo ex mandatario llama, “el mayor privilegio que me haya dado la vida”. Se levantará ese sábado, y sabrá que todo es efímero en la vida humana, que el poder se esfuma, se hace nada y en no pocas ocasiones se vuelve en contra de quien lo tuvo en las manos. Nada más difícil para un político que resignarse al olvido, a veces casi inmediato.
    Todavía peor cuando lo deja para un personaje que sabe puede perdonar, pero nunca olvidar. Habrá tomado una decisión antes de partir rumbo a la sede de la Cámara de Diputados para quitarse la banda presidencial, entregarla y ver como se convierte en un ser humano frágil como todos, apesadumbrado, cierto de que toda la popularidad de que gozó en un principio, se transformó en odio por parte del ciudadano común y corriente. Cierto de que nunca supo cómo responder a esas “benditas redes” donde todos los días era linchado, tuviera o no la culpa.
    La decisión puede ser auto exiliarse a otro pais, partir en una fecha no revelada y apurar el olvido, la naciente sensación de que solo fue utilizado por un grupo sin escrúpulos, que hoy mismo se pone a las órdenes del nuevo Soberano para tratar de jugar el mismo juego, es decir el de la adulación sin freno, los negocios encubiertos, el cariño convenenciero, la traición siempre guardada en algún lugar de sus portafolios.
    Debe doler dejar de ser el hombre más poderoso de un país. El que con una palabra puede cambiar el destino de cualquier persona, pueblo, ciudad, nación. Debe doler despertarse luego que el otro ya disfruta de ese atributo casi mágico, y estar como la canción, “soy poco menos que nada”.
    Los que antes lo seguían con singular fidelidad perruna se alejan, hacen todo lo posible para que nadie los identifique con el que ya se esfumó o se hace invisible paso a paso ante los ojos de todos. Todo cambia y no hay absolutamente nada qué hacer, como no sea pensar que algunos amigos a los que benefició con todo lo que tuvo a la mano, seguramente lo acompañarán en esa muerte por adelantado que se llama ser Ex Presidente de la República.
    Llegar tan joven al cargo más importante en un país como el nuestro, asegura una vejez miserable, trágica incluso, porque alcanzada la meta ya no hay nada que perseguir, como no sea que el tiempo pase lo más rápido posible sin que un día cualquiera amanezca en un penal, si las necesidades de aceptación de su sucesor así lo ameritan.
    No, en política el que piensa haber ganado amistades se equivoca. El que está seguro de haberse hecho de enemigos eternos, acierta de manera absoluta.
    Ya sin el escudo que representa el poder presidencial todo puede pasar. Si el que llega candorosamente le dijo que no lo tocará ni con el pétalo de una rosa, sabe bien que es una mentira, que será el arma escondida del que ahora se sienta en la Silla Presidencial si las cosas no le salen bien. Que cuando así lo desee sacará su expediente, lo filtrará a un periódico que no sea “fifí” y del simple escándalo podrá pasar, si así fuera necesario, a ordenar su detención.
    Así que nadie más desvalido quien en 19 días pasará su última noche como Primer Mandatario de la Nación, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Jefe de la Nación, etcétera, etcétera.
    Nadie está preparado para ese trance en que los poderes mágicos que le fueron otorgados por seis años, de pronto le son arrebatados frente a toda la gente. La banda presidencial es eso, un símbolo de lo que da y quita, de lo que puede hacer vivir y morir.
    Algunos se dedican a la bebida, otros se construyen su propio castillo donde enloquecen y viven de sueños, otros se amargan la vida para siempre y mueren así.
    En el caso de Enrique Peña Nieto, mucho lo distraerá la espera desesperante de lo que decida quien juró y perjuró no lo buscaría enjuiciar. Pero en política las promesas no valen, son falsas.
    En algo lo distraerá mientras descubre en toda su dimensión, que ha regresado a ser un simple ser humano.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
Nadie está preparado para ese trance en que los poderes mágicos que le fueron otorgados por seis años, de pronto le son arrebatados frente a toda la gente. La banda presidencial es eso, un símbolo de lo que da y quita, de lo que puede hacer vivir y morir.

Related posts