• El poder, cuando desemboca en tragedias
Hay sucesos trágicos en la vida de toda persona, que de una manera definitiva modifican el destino que se pensaba inamovible. Lo que se pensaba un trayecto de existencia por un mismo sendero, de pronto desaparece, se esfuma de la noche a la mañana y el escenario resulta ser tan diferente que a veces es irreconocible.
Algo así no pasa en un momento determinado de la existencia.
Algo así le sucedió al diputado federal morenista Cipriano Charrez, en un movimiento que de tan repentino, no le permitió reaccionar como no fuera el terror de lo que había sucedido, la noche en que de acuerdo a las versiones oficiales y videos que han circulado de manera profusa en internet, chocó su camioneta contra un taxi que se incendió de manera inmediata y quemó vivo a su ocupante.
Tendrán que ser las autoridades quienes investiguen a fondo y deslinden responsabilidades, pero como nunca es posible observar que los caminos que creemos imposibles de cambiar, un día cualquier dejan de ser la ruta de nuestras existencias y simplemente se esfuman, se hacen nada, y el futuro que debemos enfrentar es otro por desconocido, y fundamentalmente ajeno a lo que pensamos haber construido durante años y años.
A partir de ahora la buena estrella que había acompañado de Cipriano Charrez, siempre a su favor en cuanta aventura política se embarcaba, se apagó. Así de simple y cruel: se apagó. No volverá a ser el que fue toda su vida, porque resultaría absurdo que inmerso en una tragedia como la anotada, no viera la necesidad de modificar sustancialmente el rumbo de sus pasos.
Es imposible imaginar lo que pase en estos momentos por la mente del legislador de Morena. Es muy previsible lo que sucede en la de los deudos del joven taxista muerto.
A nadie puede alegrar la desdicha ajena, con todo y que en el ejercicio de la política es práctica común que así suceda. Sin embargo acontecimientos como el anotado deben llevar a una profunda reflexión en torno a la justa necesidad que deben tener los que detentan algún grado de poder para saberse auto controlar.
El poder enloquece, dicen con tino desde hace tiempo los conocedores y estudiosos de este fenómeno. En manos no muy virtuosas tiende a convertirse en un arma mortal, no sólo contra los enemigos del que lo posee, sino incluso en contra de él mismo al grado de destruirlo.
Resulta pues una gran responsabilidad que en muy pocas ocasiones se observa como tal, y sin duda la certeza de que el poder vuelve invencible a quien lo tiene en sus manos es una de tantas consecuencias.
Sin duda es una tragedia lo ocurrido. Lamentable en todo el sentido de la palabra, pero que necesariamente debe llevar a esa profunda reflexión que siempre debiera existir en quienes buscan con ansias un cargo en que el poder esté a la mano.
Recibirlo sin ninguna preparación mental, es casi como darle un arma a un niño que a la postre acabará por accionar en contra de quien se cruce en su camino, o también infringirse daño que puede ser devastador.
Cipriano Charrez deberá acudir ante la justicia para explicar lo sucedido en la noche trágica de su existencia. Está obligado en todos sentidos, y también atender las justas demandas de la familia del taxista muerto.
Es un principio básico de honestidad con él y con la sociedad a la que pretende servir. Y no, nadie quisiera estar en su situación, nadie.
El poder que otorga la ciudadanía a través del voto, exige una capacitación mental y espiritual para saber sobrellevarlo.
Lo contrario desemboca en tragedias como la que hoy mismo vive el legislador en carne propia, y los deudos del trabajador del volante.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta
CITA:
A partir de ahora la buena estrella que había acompañado de Cipriano Charrez, siempre a su favor en cuanta aventura política se embarcaba, se apagó. Así de simple y cruel: se apagó. No volverá a ser el que fue toda su vida, porque resultaría absurdo que inmerso en una tragedia como la anotada, no viera la necesidad de modificar sustancialmente el rumbo de sus pasos.