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RETRATOS HABLADOS

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    •    Gerardo Sosa: cuando el tiempo nos alcanza


Gerardo Sosa midió sus tiempos, evaluó si manejar a su antojo durante más de 36 años una universidad como la de Hidalgo le era suficiente; o si haberse apoderado por enésima vez de un instituto político podía satisfacer el mal que todo político carga desde su nacimiento: la ambición. Concluyó que no, que el tiempo había caminado de una manera que nunca hubiera pensado y a sus 63 años, cumplidos apenas el pasado 26 de julio, no podía aplazar más la jugada final pero también más riesgosa.
Así que por fin, luego de una eternidad, el líder del Grupo Universidad decidió mostrar de manera pública sus cartas, en un algo que se entiende como la confirmación del único factor que puede llevar a la toma de decisiones imprecisas, donde ya no se miden consecuencias: la edad.
Sosa Castelán ha dejado de ser la joven promesa que vio en él Jorge Rojo Lugo, porque de esperar a las próximas elecciones de gobernador, a celebrarse en cuatro años, ganar la candidatura de Morena y salir victorioso, llegaría incluso más grande que don Humberto Lugo Gil, quien fue Jefe del Ejecutivo Estatal a los 65 años, contra los 41 a los que llegó al cargo Miguel Ángel Osorio Chong, 42 de Manuel Ángel Núñez Soto, 45 de Jesús Murillo Karam, 53 de Omar Fayad Meneses y 55 de Francisco Olvera.
Alguien dirá que Andrés Manuel López Obrador no es ningún joven, pero se debe puntualizar que será Presidente de México a los 64 años, contra casi 68 que Sosa Castelán tendría cuando la oportunidad ansiada le llegara, si en el camino no se le cruza un Julio Menchaca Salazar quien ya es militante de Morena; amén de que la eventual caída en preferencia de AMLO dentro de cuatro años, generaría una tsunami pero en sentido inverso, al que en estos tiempo benefició a grupos de poder totalmente contrarios a sus principios ideológicos.
De tal modo que del político perfeccionista en la elaboración de sus estrategias, pasamos al dirigente del Grupo Universidad que protagoniza una lucha febril y absurda contra el tiempo. Es así que parece dispuesto a la autoinmolación, pero en la que pretende arrastrar a toda la comunidad universitaria, a estas alturas cansada de ser utilizada como carne de cañón en cuanta aventura política ha protagonizado Gerardo Sosa.
Porque con todo y que los asesores que lo acompañan desde que fue coordinador de la bancada priísta hidalguense en la Ciudad de México, le han aconsejado tirar máscaras y exhibirse como una especie de santo dador de vida en la UAEH, el hecho sustancial es que el poder que pretende lucir mañana en la marcha que decidió organizar directamente desde la Universidad y con todos los recursos humanos de la institución educativa, no es tal, no al menos el que siempre ha vendido para hacer negociaciones.
El factor edad le pesa, y mucho, a quien simplemente se descubrió una mañana con la loza de perfilarse como el eventual gobernador de más edad que haya tenido Hidalgo en los últimos 30 y tantos años. Desde esa óptica esperar no podía ser la opción a tomar.
Así que ordenó manejar un discurso machacón para justificar la presencia de la UAEH en actividades políticas a favor de un solo partido: “la represión”.  Los universitarios, que son algo así como la palabra “pueblo” en el discurso del político tradicional, aparecieron para hacerse uno con sus líderes, en una simbiosis casi mágica en que son de pronto la raíz y razón de los desvelos de quienes creen poder utilizarlos como masa moldeable.
Porque de pronto “los universitarios” unidos por la rabia de ver que alguien calificara como “porros” a sus bienamados integrantes del Grupo político que los gobierna, asumieron que luego entonces todos están ofendidos por semejante adjetivo para quienes han hecho de la bondad, el buen trato, la bonhomía, su vida. Solo falta ser testigos del grito al unísono: “¡Todos somos Sosa!”.
Y sin embargo también es cierto que todo sistema político fabrica su demonio de ocasión.
Yo no creo en las historias de buenos y malos, porque de origen resultan falsas. Sí creo en la tragedia humana que es de todos, cuando nos damos cuenta que el tiempo es el factor decisivo para todas las cosas. Algunos lo confunden con la campanada para arrancar un plan detallado para hacerse del poder con la certeza de que es es un líder amado. Descubrirá tarde o temprano que es temido. Que el espanto sirve cuando se es joven para sostenerse en la búsqueda de la cúspide, pero que lastima en la edad de adulto mayor tan necesitada del reconocimiento sincero, leal, no por miedo.

Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
Sosa Castelán ha dejado de ser la joven promesa que vio en él Jorge Rojo Lugo, porque de esperar a las próximas elecciones de gobernador, a celebrarse en cuatro años, ganar la candidatura de Morena y salir victorioso, llegaría incluso más grande que don Humberto Lugo Gil, quien fue Jefe del Ejecutivo Estatal a los 65 años, contra los 41 a los que llegó al cargo Miguel Ángel Osorio Chong, 42 de Manuel Ángel Núñez Soto, 45 de Jesús Murillo Karam, 53 de Omar Fayad Meneses y 55 de Francisco Olvera.