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RETRATOS HABLADOS

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* Por fin, nosotros los de entonces… ya no somos los mismos

Aunque sea por instantes, contados en la historia nacional, el fútbol se convierte en un elemento de unidad, ilusión (falsa por supuesto), esperanza en quién sabe qué, pero en algo capaz de hacernos coincidir en un país hoy más que nunca dividido, confrontado y vapuleado por la política.
    A mí como a muchos quincuagenearios -más cerca de ser sexagenarios-, me ilusionó, me robó muchos días de sueño el momento en que la selección mexicana jugaba en un Mundial de Fútbol. Igual todo derivó en la desilusión absoluta,  una tristeza que muchos de mis contemporáneos estarán de acuerdo que pensábamos eterna.
    De tantos engaños caímos en la actitud lamentable, incluso patética, de adelantar sonoras derrotas en cualquier tipo de campeonato, que por desgracia casi siempre se cumplían al pie de la letra. Perder era lo habitual, y ver a nuestros jugadores taparse la cara en rictus de dolor, la mejor estampa que nos retrataba.
    Lo mismo en la política, aunque en esta tarea que hoy mismo tiene enfrentados a grupos que a toda costa buscan el poder, los únicos que se ilusionan son los que buscan acrecentar sus bienes económicos y su enfermedad por mandar, mandar y mandar.
    La victoria de uno a cero sobre Alemania fue algo hermoso, único (ya parezco el Trump) en la vida de quienes esperamos sin esperanza que esto sucediera, porque de alguna forma representa un bálsamo curador del niño y adolescente que fuimos al ver caer a los Guerreros Aztecas ante la selección que le pusieran, y luego simplemente consolarnos con eso de que como quiera jugamos diez minutos pletóricos de maestría.
    Puede que mañana, en el siguiente partido el pasado regrese (perdón por no creer en el futuro) y todos también a la amarga realidad. Puede que sea así, pero también puede que no.
    También es cierto, solo se trata de un espectáculo deportivo, y el destino de los mexicanos no cambiará, ni para bien ni para mal, ganemos o no la Copa del Mundo. Igualito que en la política: cualquiera que sea el ganador, la rutina de la vida no se modificará sustancialmente, porque política es política.
    Pero sin duda quedará para el recuerdo postrero, ese domingo Día del Padre, en que le ganamos a los alemanes sin ninguna duda, sin sospechas de fraude o cosas por el estilo. Les ganamos en buena lid, tanto que de pronto la tarde lluviosa de este domingo resultó luminosa, plena de ese sabor único y extraño que es el triunfo.
    Ya vendrán ahora las televisoras a intentar exprimir hasta su última gota este partido histórico, sacarle jugo económico. Harán lo de siempre, y sí en una de esas seguimos hasta la final, transformarán a los jugadores en lo que nunca han querido ser. Pero sucumbirán a la fama, al dinero, a todo eso que termina por aniquilar el espíritu. O tal vez no porque estos son otros, deseamos que sean otros ajenos a esos sueños de poder que embriagan.
    Por lo mientras el día de ayer fue como pocos.
    Nos hizo olvidar un rato los barruntos de guerra que se asoman en el horizonte hidalguense por esa obsesión tan constante en los grupos políticos, que están dispuestos a todo con tal de hacer crecer sus territorios con el único objetivo de traernos felicidad y progreso.
    Ese tiempo en que empezamos a situar todo en su justa dimensión, y el fútbol ciertamente no es ni más, ni menos que el otro cuento lamentable de los que quieren nuestro voto el 1 de julio. Pero como quiera no terminamos enfrentados a la familia, al que no piensa igual que nosotros. Es simplemente un juego.
    La política también lo es, pero con ganadores por adelantado que son muy pocos, y perjudicados que siempre son una inmensa mayoría.
    Ayer ganamos y no hay forma de poner cara  mustia. Pocas veces llega la alegría en estos asuntos, así que debemos aprovecharla.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    Pero sin duda quedará para el recuerdo postrero, ese domingo Día del Padre, en que le ganamos a los alemanes sin ninguna duda, sin sospechas de fraude o cosas por el estilo. Les ganamos en buena lid, tanto que de pronto la tarde lluviosa de este domingo resultó luminosa, plena de ese sabor único y extraño que es el triunfo.