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RETRATOS HABLADOS

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  • Ojalá haya tiempo

 

Igual que una sesión con el psiquiatra o con el psicólogo, la temporada de campañas sirve para saber del inconsciente colectivo y particular de la sociedad en que vivimos. No es solo la decisión a favor o en contra de tal o cual candidato. Va más allá al grado de transformar el futuro de muchas familias, amigos, amistades lejanas o cercanas, porque hemos llegado a tal grado de encono, que luego del 1 de julio el escenario de la vida será diferente, muy diferente.

                Una vez emitido el veredicto, realizados los festejos por el triunfo, los reclamos por la derrota, pocos se conformarán con regresar a la cotidianeidad y aceptar simplemente que acudieron a una fiesta, con todo y que se diga fue de la democracia. Porque no se podrá justificar la ofensa, el ataque a la vida privada de otra persona con “usted

disculpe, es que ni me acuerdo, ya sabe, las copas”. Quienes piensen en esa posibilidad y argumentar que como en todo festejo la borrachera era obligada, y no se vale si alguien estaba pasado de copas, se encontrarán con una realidad terrible.

                Las verdades o mentiras disfrazadas de verdades se quedarán fijas, publicadas en las redes sociales, y la furia seguirá en espera de que quien resulte ganador se equivoque, cometa las mismas torpezas de quien señalaba con dedo flamígero, para una vez más arrancar el proceso de los enfrentamientos con el “yo siempre lo dije, pero como son unos imbéciles, nunca lo entendieron”.

                Cuando una sociedad se divide y queda en dos bandos opuestos, la tarea de curar heridas y convocar a la unidad es complicada en todos sentidos, aunque no imposible.

                Viene pues una tarea fundamental para el partido, el candidato presidencial que logre el triunfo, y que es llamar a la ciudadanía a la concordia sin que para ello tengan que renegar de sus posiciones políticas. Dicen que en una competencia debe haber ganadores y perdedores, y eso resulta vital de entender en los tiempos por venir.

                A partir de hoy faltarán solo 16 días para que se lleve a cabo la elección más importante de los tiempos modernos en todo el país, y solo 13 para que concluyan las campañas, para entrar en un período de silencio que pretende llevar a la reflexión a los votantes.

                Así que de hecho lo que viene son trabajos para los equipos de estrategia, que en algunos casos simplemente buscarán afianzar lo logrado, y en otros apurar la búsqueda de una fórmula casi mágica que cambie el destino.

                En nuestro Estado, de último momento, personajes considerados fundamentales para la izquierda hidalguense decidieron anunciar que se unían a Morena, y apoyar a los candidatos de quienes son considerados como lo más ajeno a cualquier movimiento de cambio. Apuestan a lograr alguna canonjía por el gesto, más mediático que efectivo.

                A estas alturas es difícil llevar a cabo un análisis real de lo que representa el poder para cada uno de los que aspiran a cargos de elección popular. Probablemente algunos no sepan qué contestar, y simplemente dirán que otro será el encargado de ejercerlo, y que son simplemente el conducto para llegar a él.

                Ojalá y los presagios anotados no se cumplan. Que quien gane logre la reconciliación de los mexicanos; que cumpla con todos y cada uno de sus compromisos; que México sea una nación más justa y próspera; que los gesticuladores sean descubiertos a tiempo y echados embarcaciones donde no merecen estar; que haya tiempo para que la cordura, la sensatez, sean los atributos de quien nadamás por eso merezca el calificativo de Estadista.

                Ojalá haya tiempo.

                Ojalá haya esperanza.

 

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

 

CITA:

                Ojalá y los presagios anotados no se cumplan. Que quien gane logre la reconciliación de los mexicanos; que cumpla con todos y cada uno de sus compromisos; que México sea una nación más justa y próspera; que los gesticuladores sean descubiertos a tiempo y echados embarcaciones donde no merecen estar; que haya tiempo para que la cordura, la sensatez, sean los atributos de quien nadamás por eso merezca el calificativo de Estadista.