RETRATOS HABLADOS

* Estaciones sin palabra

Ha llovido tanto en estos días que resulta fácil pensar en una primavera perdida. Casi coincide con abril para intentar buscarlo ante su robo celebrado en tantas y tantas canciones.

 

La lluvia era de julio y agosto, cuando la siembra da paso a la cosecha. Pero no de marzo, si acaso una ocasional que resultaba necesaria para coronar el refrán aquel de “febrero loco y marzo otro poco”.
Pero las lluvias se han tomado muy en serio su papel. Demasiado. Y los días que hasta hace unos años iluminaban el resto del año, hoy son tan discretos que apenas si se asoman para volver a esconderse. Vaya pues que no hay sol, con nubes botijonas de agua que lo hacen huir a la menor provocación.
Cambia el tiempo y eso es una realidad. Quiere decir que los calendarios empiezan a perder su razón de ser, las estaciones transcurren encimadas, disfrazadas unas de otras, y primavera es invierno, invierno primavera, otoño el verano.
Uno pudiera darse a la tarea de lamentar que llueva cuando se espera el calor, deshacerse en melancolía. Pero no hay tal. El tiempo se parece a nuestro ánimo que pega contra la cabecera de la cama porque no sabe si es como la poesía de Urbina, una lágrima de tiempo ancestral escondida en la antigua caverna donde mora el corazón.
Dicen los científicos que incluso no habrá primavera, que mejor sería olvidarla de ella en este 2015.
No es asunto de creer todo lo que dicen. Pero parece que en esta ocasión tendrán razón, aunque me inclino a pensar que simplemente llegará tarde y sustituirá al verano; el verano al otoño; el otoño al invierno y el invierno a la primavera.
Luego será asunto de esperar a que en una de esas ruletas del tiempo, la primavera caiga justo en primavera, al menos la que hemos conocido.
Pero algo me dice que se nos irá la vida en tan larga espera, y que luego entonces será preciso atesorar el tiempo en el que las estaciones del año eran cumplidas en sus apariciones, en que no aceptaban ser sustituidas por otras, en que nosotros, los humanos, no las habíamos hecho dudar hasta de lo que eran.
Pero son asuntos del clima, del calentamiento global; no de la profunda melancolía de comprobar que la lluvia a destiempo, es igual que llorar por amores que no encuentran por ningún lado el lugar exacto de su vida.
Mil gracias, hasta mañana.

peraltajav@gmail.com
Twitter: @JavierEPeralta

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