RETRATOS HABLADOS

* La soberbia, un pecado capital

Una de las tareas más importantes entre los personajes que encabezan grupos de poder aquí y en cualquier parte del planeta, es la de preparar cuadros de personas, que si bien pudieran no sucederlo en esa responsabilidad, sí deberán contar con un buen nivel en político y, sobre todo, de sentido común. No hacerlo y pensar que los únicos confiables necesariamente deberán ser sus propios parientes, tarde o temprano deriva en una crisis absoluta en el pequeño o gran imperio que hayan construido.
    Al presidente del Patronato Universitario, Gerardo Sosa Castelán, le ha sucedido en repetidas ocasiones que al no contar con subordinados por lo menos de su nivel, con todo y que lo más saludable es rodearse de quienes lo superen pero lo respeten, haya tenido que optar por grises personajes para colocar en cargos de todo tipo al interior de su reino de la Máxima Casa de Estudios de Hidalgo.
    Producto de lo anterior es que en ningún momento puede ser cuestionado, y quien se atreve a disentir de lo que diga el líder del Grupo Universidad, sabe que está condenado al ostracismo, y por supuesto no volver a cabida en ese paraíso artificial.
    Sosa Castelán no es ningún improvisado en el asunto político, pero en repetidas ocasiones ha hecho evidente que es víctima de una cantidad enorme de temores, lo que ha llevado a descartar a personajes de valía para la rectoría como es el caso de Raúl Arroyo, por el miedo a que un hombre con pensamiento propio y un historial académico importante, acabaría por propiciar su destierro de tierras universitarias.
    Mal haríamos en calificarlo, a Gerardo Sosa, como la peor maldición que haya podido padecer la UAEH porque no es así. En repetidas ocasiones hemos precisado que fue responsable de la transformación integral de la institución, al pasar de ser una universidad de ínfimo nivel, a una que sin duda es otra para estos momentos, con una infraestructura envidiable y un avance notable en el aspecto académico.
    Sin embargo el terror de todo dictador, que está seguro echarán a perder su obra si deja el poder, empieza a generar afectaciones patéticas en todos y cada uno de los campus universitarios, donde cada vez es más palpable que se respira un clima de terror hacia el dirigente del Grupo Universidad.
    Por si lo anterior no fuera poco, las aventuras políticas en que ha embarcado a la UAEH, cierto que como él ninguno, y de que es la solución absoluta para los problemas, ya no de la institución educativa, sino de todo Hidalgo, ha derivado en un enervamiento del personaje citado, quien en todo momento ha retado al gobernador en turno para lograr negociaciones siempre a su favor, así como el respeto al cada vez más opaco manejo de recursos económicos provenientes de dinero no auditable, y del Patronato con más de 21 empresas.
    De cara a los comicios del 2018, Sosa Castelán recibió como balde de agua fría la creación de un Órgano Interno de Vigilancia aprobado por el Congreso del Estado, porque entre sus planes está recuperar presencia política vía un Frente Opositor que impulsó a través de Movimiento Ciudadano, la más reciente franquicia política adquirida, y a través del que ya se veía, por fin, como Senador de la República.
    Pero está claro que en ninguna parte del país se hace política sin dinero, porque eso equivale a ser un pobre político, y es evidente que para todas y cada una de las aventuras que en la materia ha impulsado el presidente del Patronato Universitario, ha necesitado amplios recursos económicos que por supuesto sí tiene.
    Es así que un organismo como el que decidieron instalarle los diputados locales echaría a perder toda una maquinaria bien aceitada, que de alguna manera ha logrado financiar campañas de candidatos independientes, de otros que bajo las siglas de diferentes partidos le rinden cuentas únicamente a quien los ha patrocinado, y además de convertirse en inquisidor de todo cuanto haga o deje de hacer el gobernador de la entidad.
    Por vez primera se observa a un Sosa Castelán que observa con incredulidad le hayan agarrado los dedos en la puerta, al tiempo que lamenta no haber preparado a quienes deberían tener el deber de defender su proyecto con argumentos de altura, y no cantinflescamente, tal cual lo hizo el rector Pontigo Loyola, ahora conocido como Lord Tamales.
    Cuando un personaje de la política no cuenta con una sola voz crítica a su alrededor, tarde o temprano contrae una enfermedad de la que difícilmente podrá curarse. Se llama soberbia, y es además el pecado capital más grave.

Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    De cara a los comicios del 2018, Sosa Castelán recibió como balde de agua fría la creación de un Órgano Interno de Vigilancia aprobado por el Congreso del Estado, porque entre sus planes está recuperar presencia política vía un Frente Opositor que impulsó a través de Movimiento Ciudadano, la más reciente franquicia política adquirida, y a través del que ya se veía, por fin, como Senador de la República.

    
    
    

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