RETRATOS HABLADOS

    •    Cuando ya nadie le cree nada a nadie


Para nadie es desconocida la crisis de credibilidad que vive el sistema político mexicano, sin que pareciera que alguien pudiera aportar el remedio a tan notable enfermedad que no pocos insisten es el camino sin retorno a la renovación profunda que generalmente trae como consecuencia la muerte que resulta consuelo para el cuerpo moribundo que ya despedía malos olores.
    Está claro que esta situación no es producto de un sexenio, dos o tres, sino la acumulación de muchas décadas en que la ciudadanía otorgó la confianza del perdón a las ofensas recibidas, para encontrarse de nueva cuenta con un cúmulo de pillerías cometidas por los que apenas acababa de absolver.
    Lo notable es que cualquier discurso que se vuelva a manejar por parte de los inculpados para alcanzar una nueva dispensa a sus acciones poco éticas, derivará en una acción en contra, proporcional al fastidio, al hartazgo que los políticos han provocado con su proceder.
    Sin embargo, y muy probablemente consecuencia de la educación recibida durante toda la vida, y la certeza de que los sistemas políticos, por muy menguados en confiabilidad son la única alternativa para apurar el cambio en una nación, todavía creo que la política es la vía más capacitada para evitar la destrucción de un pueblo en el proceso de un cambio revolucionario, aunque esto pudiera resultar hasta incomprensible.
    Mirar los ejemplos de países como Nicaragua, donde el líder de los revolucionario Sandinistas hoy está convertido en el dictador al que quitó del poder, Anastasio Somoza, incluso con más hechos de corrupción en el que participa su familia como si se tratara de una monarquía, genera de manera inmediata la certeza de que el camino armado solo queda en la mente de viejos disfrazados de guerrilleros urbanos, es decir morral al hombro, pantalón, camisa y chamarra de mezclilla, y por supuesto botas estilo obrero. La edad de estos sujetos siempre es arriba de los 50 años, y tan seguros están de su vocación al martirio, que reprueban enérgicamente la juventud “manipulada, ignorante, idiotizada, enajenada de hoy”, por supuesto, “a manos del cochino imperialismo yanqui y sus siervos de nuestro país”.
    Alguna vez lo anoté, pero cuando escuchamos a un “revolucionario de café” con más de 50 años en su haber, estamos ante un caso muy probablemente candidato a un médico psiquiatra, porque de ningún modo puede calificársele de “fiel a sus principios e ideales”, porque además de todo ya reventó con los que hoy asumen el papel de verdadero cambio en un país como el nuestro.
    Resulta importante afirmar que, igual al tiempo en que éramos los veinteañeros, los de hoy no son todos agentes del cambio, pero sí muchos, conscientes de su papel, usuarios de las redes sociales pero con una inteligencia certera, profunda.
    Son ellos los que hoy asumen el nuevo reto del ejercicio de la comunicación, sin que esto represente, aún, el asalto al periodismo de los tiempos modernos; porque se diga lo que se diga, el papel impreso aún ejerce su función prioritaria de conceder credibilidad a los medios electrónicos.
    Ni en los tiempos pasados todos los reporteros, columnistas y dueños de periódicos tuvieron como tarea esencial ser lambiscones del poder, ni en los tiempos modernos el internet será la panacea a la supuesta desinformación del país.
    Sin embargo el factor común que anotábamos al principio, es que dentro del propio esquema de partidos políticos que conocemos, serán los jóvenes de estos tiempos, los únicos que deberán aportar la fórmula para volver a traer la credibilidad del ciudadano a lo que hacen y dicen los políticos.
    Tarea complicada encontrar el remedio a una enfermedad que ellos no provocaron, pero que no aparecerá en ninguna otra parte, mucho menos en las sombras 50 y 60 añeras, que son eso… simples sombras.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    Sin embargo el factor común que anotábamos al principio, es que dentro del propio esquema de partidos políticos que conocemos, serán los jóvenes de estos tiempos, los únicos que deberán aportar la fórmula para volver a traer la credibilidad del ciudadano a lo que hacen y dicen los políticos.

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