RETRATOS HABLADOS

    •    Fe en la vida


Fueron todos porque el sentimiento de solidaridad nunca se ha alejado de los mexicanos, y por favor no confundirlo con una tendencia al martirio como ya se firma en una cita del poeta José Emilio Pacheco. Hay espacio para el sentido único y hermoso de la hermandad, de la certeza en que después de todo no hay nada más importante que la vida humana, la de usted, de su familia, la que día a día intentamos conservar porque es valiosa, única, irrepetible con todas sus historias, los altibajos que a veces se presentan y pareciera que nublan para siempre el horizonte, el cielo que amamos de naturaleza.
    Pero no se espante. Nunca será para siempre y a la oscuridad que en esas ocasiones nos espanta, nos lastima hasta la médula, sigue una mañana en que abrimos los ojos, de nueva cuenta esperanzados en que lo mejor se asoma a la vuelta de la esquina devastada por un temblor, un huracán o nosotros mismos cuando caemos en el terror de creer a nuestra fragilidad humana como una condena y no la bendición que siempre será.
    Siempre celebraré haber sido una buena parte de mi vida maestro de jóvenes preparatorianos y universitarios, porque –y está claro que la frase está trillada- los que acabamos por aprender somos nosotros; ganamos siempre cuando nos podemos escuchar en los que tienen menos edad, porque lo fuimos, y escuchar de sus sueños, sus tristezas que son reales y no invento para llamar la atención, acaba por enriquecer el último tercio que con suerte caminaremos en la tierra.
    Hace apenas unas semanas recordaba que cuando el 85, mi hija Tania tenía dos meses con 17 días de haber nacido y que en la memoria se me había quedado la tarde del 20 de septiembre, cuando el segundo temblor de 7.3 grados, porque estaba en la ciudad de México y supe que ningún difunto se va sin esperanza; porque antes de partir seguramente recordaron los ojos de cada uno de los que integraban su familia, y se miraron como pocas veces satisfechos de saberse amados hasta la eternidad en que los nombraran.
    Nadie subió videos a ninguna parte porque no existía este invento del internet y las redes sociales. Sé que hoy son otros tiempos, y que en mucho es el instrumento de comunicación más valioso de los jóvenes, y ni qué decir, porque al final de cuentas saben cumplir su palabra cuando la empeñan.
    Miro a un país que contra lo que se diga, celebra la vida, la busca, da la suya porque otro la conserve, y lleva como legítimo orgullo que sabe encontrar la luz en las horas más tormentosas, más terribles de las que no pocos simplemente aceptarían que ya no hay remedio.
    Hay remedio para todo, incluso para los que han perdido la brújula del gusto por despertarse cada mañana y aceptar el reto de que algo mágico encierre nuestra estancia en el planeta; algo inexplicable, misterioso, sin que ninguno de estos calificativos tenga relación alguna con la desesperanza.
    Solo para los que han visitado el infierno de las tristeza es posible mirar con ojos nuevos lo que nos deja esta historia que vivimos, lejanos o cercanos; la tragedia de la muerte que se adelantó sin permiso en niños que apenas entendieron que habrían de partir sin remedio; la vida mocha, complicada hasta la locura, de los que se quedaron sin nada, como no sea esa necia esperanza de que todo será mejor pasados los meses.
    Pero es real: merecemos un país mejor, una posibilidad de que la muerte de nueva cuenta sea respetada y con ello me refiero a la vida.
    Jóvenes, viejos, niños, todos se han unido en estos días aciagos para fundar la esperanza que trae consuelo, inigualable interés en ver el amanecer y con ello la capacidad renovada de que el destino, el futuro si quiere, que construimos, debe ser bueno; debe ser la respuesta salida del corazón a las personas que amamos y nos aman, de que simplemente entendemos la bondad del alma y queremos crecer en la existencia, en la vida, la siempre hermosa vida.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

CITA:
    Jóvenes, viejos, niños, todos se han unido en estos días aciagos para fundar la esperanza que trae consuelo, inigualable interés en ver el amanecer y con ello la capacidad renovada de que el destino, el futuro si quiere, que construimos, debe ser bueno; debe ser la respuesta salida del corazón a las personas que amamos y nos aman, de que simplemente entendemos la bondad del alma y queremos crecer en la existencia, en la vida, la siempre hermosa vida.

    

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