RETRATOS HABLADOS

    •    Francisco Xavier y las palabras de Granados Chapa


Ahora pretende enarbolar las múltiples banderas de un Frente Amplio opositor con un discurso que siempre le ha rendido frutos, en el que descalifica en automático todo lo que pueda venir del gobierno en turno, y acumular los calificativos que encuentre a la mano para recetárselos al partido oficial, con el que no deja de tener una relación de odio-amor, de odio cuando los dividendos económicos le son raquíticos, y de amor cuando sucede todo lo contrario.

Francisco Xavier Berganza Escorza quiere ser, una vez más, Senador de la República por el estado de Hidalgo, y para ello se promueve como eventual candidato del Frente Amplio que conformarían PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, pero además con el compromiso de que “ahora sí trabajará como debe de ser, y no como en el pasado”, cuando, aseguró, se mantuvo “tranquilo” para evitarse problemas.
    Personaje singular de la picaresca política, el ex cantante fundamenta su “honesta” oposición al régimen priísta, porque si le preguntan opinará mal del mismo, y solicita hagan lo mismo con los que “de palabra” se dicen parte de ese sector “crítico” y casi revolucionario, para que vean y detecten a los que se hacen pasar por lo que no son.
    Calificado como un portento del altruismo en wikipedia y un inocente de todo cargo perseguido por interesas malignos (está claro que la ficha biográfica la realizó personal de su equipo, donde al final anotan “actualmente es aspirante al Senado por el estado de Hidalgo), Beganza Escorza no es un caso aislado de personajes vividores de la política, que es muy diferente a los que viven de y para la política.
    Una vez diputado federal por Acción Nacional, y después ocupante de una senaduría a través de Convergencia por seis años, se destacó por una pobreza patética en cuanto a iniciativas, pero fundamentalmente por cambiar de partido cuantas veces fuera necesario, con tal de aparecer en la boleta y poder acceder a un nuevo cargo de representación popular.
    Ahora pretende enarbolar las múltiples banderas de un Frente Amplio opositor con un discurso que siempre le ha rendido frutos, en el que descalifica en automático todo lo que pueda venir del gobierno en turno, y acumular los calificativos que encuentre a la mano para recetárselos al partido oficial, con el que no deja de tener una relación de odio-amor, de odio cuando los dividendos económicos le son raquíticos, y de amor cuando sucede todo lo contrario.
    Bajo ninguna condición es posible observarlo como un político profesional de grandes miras democráticas, por haber sido usado sistemáticamente para romper toda posibilidad real de un cambio en la geografía política de la entidad, y sí en cambio sucumbir a las conveniencias del opositor simulador, producto de acciones como la de 1998, cuando tiene a su cargo reventar la coalición al gobierno de Hidalgo que impulsaba el fallecido periodista Miguel Ángel Granados Chapa.
    El 1 de agosto de 2011 el realmontense escribió en la revista Proceso acerca de este singular personaje de la picaresca política: “No fue enteramente sorpresivo el tránsito de Berganza al Panal. En las recientes elecciones municipales en Hidalgo, Nueva Alianza, y no Convergencia, lo postuló para ocupar la presidencia municipal, que naturalmente perdió. Con la desvergüenza que lo caracteriza, luego de ser candidato de un partido distinto al que lo condujo al Senado, finalmente abandonó a sus compañeros dantistas y se fue con su música a otra parte.
    “No sé qué tan cierto sea ese refrán todavía en su vida. Lo cierto es que ingresó en la vida pública como tonadillero, de esos que las empresas disqueras y de espectáculos promueven por docenas durante breves lapsos y luego los dejan en la nada, el lugar del que no debieron haber salido”.
    Granados Chapa lo conocía bien, no por su simplona carrera política que nunca lo ha situado arriba del saltimbanqui que personifica con singular talento, sí en cambio por el papel constante de mercenario al servicio del que le genere mejores ganancias.
    Por desgracia el autor de Plaza Pública murió hace casi seis años, y los errantes fantasmas de la desvergüenza siguen entre nosotros, para degradar aún más el ejercicio de la política, que pareciera condenada a ser el basurero, donde tonadilleros fincan su reino sin fin.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

    
    

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