• Inseguridad, el gran temor
• MINUTARIO
Nadie dirá que no le preocupa el asunto de la seguridad en el estado. Preocupa, y mucho, porque simple y sencillamente era algo que hasta hace poco veíamos de lejos. Sin duda nos conmovían los hechos en que familias completas eran masacradas por el crimen organizado, o no tanto, pero dábamos por hecho que eso nunca pasaría en territorio hidalguense.
Incluso cuando empezaron a presentarse algunos casos aislados, insistíamos hasta la saciedad que eran eso: casos aislados, y que por alguna misteriosa razón el estado de Hidalgo habría de mantenerse como una isla, ajena a lo que pasara en su alrededor.
Era un sueño del que no queríamos despertar, y que nos llevaba a descartar en automático que de alguna forma la violencia empezaba a ver con ojos risueños nuestra entidad.
De tal modo que a la par de la aparición de cadáveres en diferentes municipio del Estado, que de manera inmediata merecían la explicación de que simplemente eran tirados en estos lares, se sumó una delincuencia menor pero real, que robaba en cajeros automáticos, asaltaba a transeúntes, y se daba gusto en la tarea de romper cristales de automóviles.
También nos sirvió de consuelo que solo se tratara de raterillos de poca monta, que además en ningún momento atentaban contra la vida de los asaltados.
Después se soltó la psicosis por la eventual multiplicación de secuestro y levantones, que siempre escuchábamos, “le sucedía al amigo del amigo”, de tal modo que asumimos se trataba de leyendas urbanas en el caso de Pachuca.
El caso de Tizayuca vino a echar por tierra la certeza que teníamos de que podría ocurrir en cualquier parte del país, del mundo, del universo mismo, pero aquí no, aquí nunca.
Pero sucedió. Con todo y que se pueda tratar de un ajuste de cuentas entre delincuentes.
Así las cosas las encuestas vía a internet, por supuesto carentes de todo rigor metodológico, apuntan a una verdad que desde hace mucho ya se instauró en la mente de muchos: ya no estamos seguros.
Por lo anterior es importante que se haya solicitado el apoyo del gobierno federal, de la Defensa Nacional, incluso de autoridades de los Estados Unidos. Puede que algunos digan que se hace mucho escándalo por algo que todavía no se traduce, ni mucho menos, en la amarga realidad de otras entidades de la nación.
Sin embargo en un futuro inmediato se agradecerá que lejos de recurrir de nueva cuenta al, “aquí no pasa nada”, se proceda de manera contraria, y se busquen todas las alternativas para evitar que Hidalgo se convierta en otra historia de miedo que tanto abunda en México.
No nos cansaremos de insistir en que aún es tiempo de evitar convertirnos en otro capítulo de la amarga realidad del país. Es tiempo porque cualquier hecho como el anotado nos conmociona, nos espanta sin duda, no lleva a una profunda reflexión del valor de la vida humana y la necesidad de hacer todo lo que esté a la mano para protegerla.
Aún es tiempo y ese es un signo inequívoco de que se puede diseñar una estrategia seria y real para detener un mal que se propaga a la velocidad de la luz, si no surge una quimio capaz de erradicar de raíz el mal.
MINUTARIO.- MAURICIO DELMAR, Secretario de Seguridad Pública, tendrá que aplicarse a fondo para evitar que la escalada de violencia que vive la entidad llegue a niveles de plano imposibles de controlar. Es el momento exacto en que todavía se puede hacer algo. Le corresponde en todos sentidos, aplicar correctamente las medidas que en breve se tomarán en regiones críticas como es el caso de Tizayuca.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta
CITA:
De tal modo que a la par de la aparición de cadáveres en diferentes municipio del Estado, que de manera inmediata merecían la explicación de que simplemente eran tirados en estos lares, se sumó una delincuencia menor pero real, que robaba en cajeros automáticos, asaltaba a transeúntes, y se daba gusto en la tarea de romper cristales de automóviles.
También nos sirvió de consuelo que solo se tratara de raterillos de poca monta, que además en ningún momento atentaban contra la vida de los asaltados.