RETRATOS HABLADOS

* Donald, y no es el pato

El imperio romano decidió un día, que para los intereses del grupo que lo dirigía, Calígula resultaba una excelente opción para llevarlo al poder, igual que Nerón y otros orates que encabezaron la nación más poderosa en su tiempo.
Entonces no tiene por qué extrañarnos que los Estados Unidos de Norteamérica se inclinaran a favor de un personaje como Donald Trump, quien sin duda llevará al mundo entero al límite de la destrucción, sin que esto suceda, aunque sí a varias guerras que permitirán la prosperidad de los que siempre han tenido gracias a la generosidad de la industria bélica, es decir de la muerte.
El personaje de marras no se convirtió en Presidente electo del país del norte por una jugarreta del destino, o porque fantasmas chocarreros se robaran las urnas electorales. Bien lo saben aquellos que votaron conscientemente a su favor, que lo hicieron porque consideraron que la vida les había jugado una mala pasada desde hace tiempo al dejarlos en la ruina y sin una clara esperanza en el futuro.
Con Donald no recuperarán lo que ya perdieron, pero cobrarán venganza contra alguien que, por necesidad, tendrá que pagarla; porque se trata estrictamente de intentar la sanación de heridas, y el eventual colapso de un sistema político que todos alababan con singular alegría, pero que ya presentaba desde hace tiempo claros signos de haber contraído una enfermedad terminal.
No, la dichosa democracia gringa tampoco es lo que habíamos planteado como única alternativa para los de acá del sur, y lejos de ello nos muestra, una vez más, que la voz de la mayoría suele equivocarse al grado de llevar a la presidencia del país más poderoso del mundo, a un espécimen raro, de plano imposible de entender como el que ya se prepara para cumplir sus amenazas en los primeros 100 días de gestión.
     Resultó que la dichosa fiesta de la democracia no existe en ninguna parte, y hasta es posible que aquí estamos mejor en esos asuntos.
     El peligro que implica un loco en el poder lo hemos visto infinidad de veces, y no hemos aprendido ni aprenderemos.
     Responde a un ritual que se da cada determinado tiempo en el que todo puede llevarse a extremos absurdos, con la seguridad que después vendrá un resurgimiento obligado.
     Por lo mientras es evidente que a México le irá peor que a otros con Donald-presidente.
     El futuro es preocupante.
     Buena cara a los malos tiempos, parece una alternativa.
     Es tiempo en será obligación despertar de un sueño que siempre nos creímos como una verdad absoluta: que los gringos eran poseedores de una democracia a prueba de todo.
     Nunca fue así.
     Y hoy lo vemos con este amargo despertar.

Mil gracias, basta el próximo lunes.

CITA:

Resultó que la dichosa fiesta de la democracia no existe en ninguna parte, y hasta es posible que aquí estamos mejor en esos asuntos.

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