· Rituales del poder
Todo partido político es un organismo vivo, que sabe el momento justo en que será necesario provocarse una muerte digna, para renacer y de este modo mantenerse como real alternativa para el ejercicio del poder. Terrible cuando nadie detecta que el tiempo ya se ha agotado, y pretende mantener un cadáver casi putrefacto a la vista de todos.
Y en esta tarea cíclica resultaría el camino más fácil achacar todos los males habidos y por haber, al que está a punto de ser enterrado tres metros bajo tierra; porque las infecciones, los tumores y la incapacidad para atenderse sus propios males finalmente son resultado de una descomposición que se presenta cada determinado tiempo.
Es cierto, a veces se adelanta esta ceremonia en que el nuevo ungido deberá amortajar el cuerpo doliente de toda una historia con raíces profundas, pero con regularidade no sucede ni antes, ni después. Es un proceso necesario y bien calculado que ha servido puntualmente a los equilibrios del poder en una entidad como la nuestra.
Lo contrario, que nada pasara en un organismo vivo como resulta ser todo partido político, aunque sin duda hay periodos bien documentados en que muchos se preguntaron si la sangre había dejado de fluir en el cuerpo que es toda administración pública.
También es cierto que habrá ocasiones en que con todo y haber sido amortajado, el cuerpo tendrá que ser quemado y sus cenizas esparcidas en horizontes lejano, por la posibilidad de un contagio masivo.
Aún así, se trata de un mecanismo previsto en los rituales del poder político, que saben contemplar todos y cada uno de los procesos para asegurar la supervivencia, ya no de un personaje determinado, sino de un sistema completo.
Esta acción existe en el Revolucionario Institucional, en Acción Nacional, en Morena, en todos, porque, ¡ay de aquel que no tenga la prudencia de prever el momento fatal en que será necesario sacrificar en plena plaza pública al que sea necesario!
Un organismo vivo solo puede aspirar a salvar el fin absoluto, si tiene la capacidad de cortar un extremidad, dos, el torso, lo que sea necesario, incluso incinerarse a la vista de todos, bajo el entendido de que habrá de renacer de sus propias cenizas.
Es evidente que a un momento histórico de este tipo, corresponde a un personaje en el ejercicio del poder que es capaz de ejercerlo sin temor, pero también sin ánimos de venganza; porque en este que es el ritual más importante de un instituto político, el único objetivo es asegurar una interpretación digna y concreta de los textos sagrados inscritos en los rituales del poder.
Y lo que hoy mismo observamos, si se lleva a cabo con la prudencia y sobre todo apego estricto a los escritos señalados, dará como consecuencia por lo menos otros 25 o 30 años no solo de poder, sino de credibilidad de la ciudadanía que hoy como nunca sabe de la historia en que la tentación de cambiar todo para cambiar nada, desemboca en peores condiciones.
Sin embargo, anótelo usted, es evidente que asistimos a un momento crucial en la política hidalguense, que hacía necesaria la aplicación íntegra del apartado más delicado en los Rituales del Poder, y que consiste en el sacrificio público y definitivo “de lo que fue”, para que sea posible “lo que vendrá”.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
twitter: @JavierEPeralta
CITA:
Es evidente que a un momento histórico de este tipo, corresponde a un personaje en el ejercicio del poder que es capaz de ejercerlo sin temor, pero también sin ánimos de venganza; porque en este que es el ritual más importante de un instituto político, el único objetivo es asegurar una interpretación digna y concreta de los textos sagrados inscritos en los rituales del poder.