* Estamos de vuelta
Estamos de vuelta.
A veces, solo a veces, la enfermedad nos da tiempo de volver a pensar muchas cosas que en alguna parte de nuestras vidas consideramos definitivas. Digo a veces cuando el mal es menor y nos permite regresar a lo que siempre hemos dicho amar, aunque en no pocas ocasiones pareciera lo contrario.
Y por eso, este que pareciera un simple regresar a lo de antes debe ser nuevamente evaluado, por la sencilla razón de que, tener la posibilidad de vivir del oficio que amamos sin duda es una bendición.
Hacer periodismo nunca será fácil en una sociedad como la nuestra. Me refiero al periodismo que cuando menos busca explicar a los potenciales lectores el porqué de las cosas. Conozco, han sido amigos míos, personajes que durante toda su existencia han mantenido una postura ante los fenómenos políticos y sociales. Puede que tengan o no razón, pero siempre les asiste la razón de que creen en lo que piensan, y un espíritu solidario real, no de pose, no de presunción. Real, que siempre les dará la riqueza de la buena fortuna en la credibilidad que muchos, como yo, les tenemos.
Hasta su muerte uno puede tener la fortuna de saber cómo piensan, porque no cambian, y eso da gusto en un mar de infortunios que rodea este quehacer.
Pero le decía que estar un buen número de semanas encerrado por prescripción médica, necesariamente lleva a una sentida introspección de lo que hemos hecho y dejado de hacer. Del mar de letras dedicados a contar las venturas y desventuras de los políticos, las maniobras y trampas que se colocan unos a otros, los gestos de nobleza que raras veces lo son, cualquiera que sea el partido al que pertenecen.
De tal modo que en este lunes de plenas campañas electorales, será preciso modificar el intento de análisis y simplemente observar que se trata de una raza extraña esta de los que prometen a diestra y siniestra; ésta de los que de pronto les dio por vestirse de ciudadanos bajo el mando del malo en turno de la película.
Las historias se repiten.
Hoy el profesor José Guadarrama Márquez, por enésima ocasión aspirante al gobierno del estado por un partido que combatió con singular alegría en sus épocas tricolores, ha dejado de ser un arquetípico personaje echado del santoral oficial. Al perder ese halo de “maldad”, dejó en el camino lo que le creaba fama y hasta temor.
Su lugar, sin duda alguna, su lugar ha sido ocupado por Gerardo Sosa Castelán, ni mejor ni peor a su antecesor en el papel de antagónico de la trama oficiosa y oficial. Simplemente uno más que busca con ansiosa ansiedad el poder.
El poder, que implica riqueza, una vida de ensueño durante seis años, y más si la fortuna lo lleva a otros lares.
Y sin embargo dentro de toda esta clasificación al vuelo, parece más sensato tomar en serio a quienes tienen como argumento una vida dedicada, mal o bien, al ejercicio de la política, todavía con el rubor de manifestar que su intención es eso de hacer el bien sin mirar a quien.
Ahí aparece Francisco Xavier, un personaje no siniestro, no incluido en santoral alguno, no truculento siquiera, en cambio simplemente cínico.
Y no, no habrá modificaciones en lo que todos saben de antemano.
Omar Fayad Meneses, candidato del Revolucionario Institucional, sucederá en el cargo al actual gobernador, Francisco Olvera Ruiz.
Gerardo Sosa impulsará con lo que tenga a la mano la conformación de un bloque opositor personal, con la búsqueda de alcaldías fundamentales como Pachuca, Tulancingo y otras, amén de diputaciones locales que le permitan armar el escenario donde su opinión tenga un peso casi tan específico como el del gobernante en turno.
Es decir que la historia no cambia. Si acaso de diablos en turno, nuevos santos, nuevos días de celebración.
Mil gracias, hasta mañana.
twitter @JavierEPeralta
CITA:
De tal modo que en este lunes de plenas campañas electorales, será preciso modificar el intento de análisis y simplemente observar que se trata de una raza extraña esta de los que prometen a diestra y siniestra; ésta de los que de pronto les dio por vestirse de ciudadanos bajo el mando del malo en turno de la película.