RETRATOS HABLADOS

  • Destruir, ¿para construir?

La descalificación en automático de los organismos electorales, de los oponentes, será una constante en el antes, durante y después de las elecciones del mes de junio en el estado.

                Se trata de una estrategia bien delineada, bajo el entendido de que todo es válido en esto que se perfila ya como una guerra sin cuartel, y por supuesto un electorado cada vez más fastidiado y por momentos asqueado de lo que le ofrecen los políticos, sean de lo que se denomina izquierda, derecha o centro.

                Empieza a ser manejada como letra de cambio y herramienta para el chantaje, generar la idea de que resultaría mejor que el Instituto Nacional Electoral “atraiga” los comicios que estamos por vivir, con todo y que esta acción no beneficiaría a nadie.

                Sin embargo no habrá estrategia que no se ponga en marcha por parte de todos y cada uno de los partidos políticos, bien sea para intentar corregir errores propios, o simplemente para colocar en una situación más que difícil al Instituto Estatal Electoral del Estado de Hidalgo.

                Estamos pues ante los primeros ejercicios que buscarán a toda costa llevar a los tribunales electorales cada una de las acciones de campaña, y por supuesto los resultados que arrojen las elecciones del mes de junio.

                Cuando de por si la ciudadanía ha decidido asumir una actitud de sospecha a todo lo que se relaciones con la política, observar que los propios participantes en la contienda que se asoma a la vuelta de la esquina, han optado desde estos momentos por contribuir a incrementar las dudas en torno a los árbitros de la misma, el panorama no podría ser más desalentador.

                Son tiempos inéditos los que vive la entidad, y por lo mismo los resultados podrían ir por esos rumbos.

                Los partidos políticos tienden a ser rebasados, y la figura de candidatos independientes, que en la mayoría de los casos lo serán únicamente de nombre, complican aún más este difícil trance en que siempre se aspirará al ejercicio pleno del voto, pero con resultados cada vez más discutibles.

                Hay un sentimiento preocupante entre el ciudadano de a pie, que simplemente ha decidido asumir una actitud de observador de un escenario donde las descalificaciones de unos contra otros pudieran divertir en un primer momento, pero al final de cuentas no le ofrecen la certeza de que está en juego algo más que el poder enervante que afecta por igual a supuestos defensores del pueblo con tendencias de izquierda, de derecha… o todo lo contrario, como dijera el clásico.

                Algo tendrá que cambiar en todo este panorama que desde ya ha sido llevado al terreno de la sospecha, sin otro objetivo que dar ventajas a quien asume esta actitud, porque es difícil creer que a estas alturas alguien tenga como única vocación defender los intereses del pueblo.

                Vivimos durante mucho tiempo con la seguridad de que el voto no tenía ningún valor, y cuando arribamos finalmente a la creación de estructuras que ofrecían cuidarlo y velar por su pureza en todo momento, nos topamos con que ya no es el voto sino todo el proceso el que hoy se cuestiona.

                Así las cosas un verdadero callejón sin salida.

                Porque si no son las elecciones el camino para dirigir el destino del ciudadano, no hay alternativas serias ni cuerdas que puedan sustituirlas.

                Y por lo mientras una tarea emprendida por no pocos participantes en estos comicios, es echar abajo la estructura que presumiblemente habían contribuido a edificar.

                Nadie entiende nada.

 

peraltajav@gmail.com

twitter: @JavierEPeralta

 

CITA:

Hay un sentimiento preocupante entre el ciudadano de a pie, que simplemente ha decidido asumir una actitud de observador de un escenario donde las descalificaciones de unos contra otros pudieran divertir en un primer momento, pero al final de cuentas no le ofrecen la certeza de que está en juego algo más que el poder enervante que afecta por igual a supuestos defensores del pueblo con tendencias de izquierda, de derecha… o todo lo contrario, como dijera el clásico.

               

               

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