* Imponer sucesor, es cavar una tumba
“Dejar a un sucesor no, la historia nos ha mostrado que entre más se insista en dejar sucesor, más se está seleccionando a su verdugo, por eso espero que no sea mi criterio el que impere en esta decisión”, manifestó el gobernador, Francisco Olvera Ruiz, entrevistado luego de un evento en la capital hidalguense.
La declaración no tiene pérdida de ningún tipo.
Toda imposición lleva en su entraña la destrucción del que decide imponer, parece plantear el mandatario hidalguense, porque hasta por salud mental, no hay tarea más importante del que llega por ese camino, que negar su origen y, de ser posible, impulsar una acción que rompa de manera casi espectacular con su predecesor.
Algunos lo llaman la “ruptura del cordón umbilical”, otros simplemente el acto natural del que asume el poder sin otro merecimiento que la conveniencia del que lo coloca en ese lugar único, al que todos aspiran pero pocos llegan.
Desligarse, poner tierra de por medio, negar lo que es evidente y de ser necesario recurrir al papel de verdugo contra quien lo llevó a donde se encuentra, puede incluso derivar en terribles enjuiciamientos, con o sin fundamento, del que ya se fue.
Por eso resulta interesante analizar las palabras del gobernador Olvera Ruiz, porque en muchos sentidos deberán ser tomadas con toda la seriedad del mundo, en un personaje de la política que ha insistido en todo momento no tener interés en perpetuarse a trasmano en el ejercicio del poder ejecutivo de Hidalgo.
Un primer síntoma de que la obsesión absoluta ha nacido, es cuando quien está a punto de concluir su ejercicio gubernamental pone en marcha toda una serie de estrategias, de buen o rupestre nivel, para inducir la selección de quien pudiera sucederlo, pero también la realización de acuerdos bajo el agua, en los que favorecer a este u otro, tendrán a futuro un costo mayúsculo.
Suena bien lo dicho por el Jefe del Ejecutivo estatal. Suena bien en tiempos que la eternización de grupos es una tradición aquí y en cualquier parte del país, y probablemente el mundo.
Porque si recordamos con paciencia, observaremos que nuestro país, como pocos, es ejemplo de este tipo de casos: Lázaro Cárdenas sucede a Plutarco Elías Calles en la presidencia de la República. Pese a las advertencias de que quien a la postre nacionalizaría la industria petrolera, “no le sería fiel”, Calles decide imponerlo, y la primera acción de Cárdenas es expulsarlo del país. Es decir, se convierte en su verdugo de la noche a la mañana.
Lo mismo hace José López Portillo con Luis Echeverría, que lo manda de embajador a las islas Fidji.
Es una constante del que se sabe impuesto volverse en contra de quien lo convirtió en “el impuesto”. No se puede vivir con esa loza en la espalda, y mucho menos gobernar.
Al realizar la declaración arriba anotada, el gobernador Olvera asume una actitud sana en esta, una de las elecciones internas tricolores más complicadas en toda su historia.
No debemos confundir sin embargo que con lo anterior se hace a un lado, y asume la actitud del “dejar hacer, dejar pasar”.
De ninguna manera.
No busca imponer, pero tampoco convertirse en simple espectador si las aguas empieza a rebasar los niveles de civilidad.
Francisco Olvera Ruiz llega a la conclusión de su mandato con una capacidad real para conducir, que no inducir, la selección de su probable sucesor. Lo declarado lo coloca en un papel único por voluntad propia, y por muchas razones redefine todo el proceso que ya vive el Revolucionario Institucional.
Tener la capacidad moral ante una lucha terrible de poderes, es lo que marcará la diferencia en el escenario que está por vivirse en Hidalgo.
Y por supuesto en esta tarea que asume el jefe del Ejecutivo estatal, una tarea vital será conducir la selección del candidato o candidata, alejado de las tentaciones de las imposiciones, vengan de donde vengan.
Mil gracias, hasta mañana.
twitter: @JavierEPeralta
CITA:
Y por supuesto en esta tarea que asume el jefe del Ejecutivo estatal, una tarea vital será conducir la selección del candidato o candidata, alejado de las tentaciones de las imposiciones, vengan de donde vengan.