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RETRATOS HABLADOS

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Y la suerte no existe. Nunca ha existido

Buena parte de nuestra existencia está regida por circunstancias ajenas al ser humano, o convertidas en ajenas a la gran mayoría de los habitantes del planeta. En el primer caso es evidente que nadie elige dónde nacer, con qué familia y bajo qué régimen político-económico y social. Llegamos para sorprendernos a cada paso que damos, sin saber en ninguno de los casos nada de nada, de tal modo que la única opción es jugar el juego eterno de aprender a partir de los errores.

A veces los errores son mayores que los aciertos, y nos condenamos a la soledad absoluta, que puede darse si estamos solos, pero también acompañados. No hay remedio para quien camina por la senda de la existencia con la certeza de que vive en un sueño, o en un algo que no acaba de convertirse en realidad.

Pero también quedamos aislados cuando empezamos a comprobar, y eso es fruto de la edad, que el primer factor, que quiere decir dónde nacimos, con quiénes y bajo que esquema de sociedad; decía que comprobamos, o confirmamos es la palabra exacta, que después de todo tampoco llegaremos a ser nada de lo que pensamos en la más tierna infancia, porque con bastante frecuencia todo está definido en la breve historia de las generaciones que nos toca disfrutar o padecer.

Lo político todavía es más acotado, porque aquí y en cualquier lugar del mundo, los que detentan el poder con bastante regularidad son los mismos, es decir un círculo muy pequeño donde no entra nadie que no haya pertenecido a la familia originaria, fundadora o fundacional.

Basta observar cada uno de los institutos políticos que buscarán en la elección del mes de junio quedarse con el poder, o bien tomarlo por asalto.

Porque resulta que además de todo, la maquinaria de poder funciona mejor si conoce cada uno de sus engranajes. Cada vez que se hace la prueba para instalar uno nuevo, el resultado es patético, desastroso, y se tiene como única y vital enseñanza que el ser humano está hecho para, en caso de incorporarse al ser social multitud, seguir senderos siempre andados, con los mismos a la cabeza del gran conglomerado, y de vez en cuando abrir a otros participantes para que, con sus mayúsculos errores, confirmen aquello de que más vale malo conocido, que bueno por conocer.

Queda para algunos aislarse, hacerse ajenos a todo lo que tenga que ver con una sociedad que sabe de subsistencia a partir de generar la idea de que todos cuentan, y por lo tanto todos deciden.

No es así. Nunca ha sido así.

Pero después de todo, la verdad es que la vida es esto, en que de vez en vez nos gusta creer que conocemos los engranajes de una maquinaria sin ser parte de la misma. Aunque el final siempre es el mismo, cuando descubrimos que hasta los que se dicen ajenos, contribuyen a que todo marche como es debido, a que también se produzca la ilusión de no ser parte de un esquema universal que produce la ilusión de caminar a merced de la suerte.

Y la suerte, hay que decirlo, no existe.

Nunca ha existido.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazjuarez.mx

@JavierEPeralta