Sin una oposición real, el poder enloquece
Una pregunta constante entre quienes observan el asunto político nacional, y ante el actuar del presidente de la República, es sobre la oposición política a su plan de la Cuarta Transformación. Por más que se busque a un líder que permita hacer contrapeso al poder casi absoluto de López Obrador, simplemente no aparece, bien sea porque de plano no existe, o porque apenas se asoma al escenario recibe la amenaza indirecta de que pagará su osadía ante autoridades dedicadas a investigar posibles hechos de corrupción. Y como en esta historia pareciera que no hay nadie sin cola que le pisen, los resultados son los que hoy vemos.
Oposición encarnada fundamentalmente en el Revolucionario Institucional, que sin embargo, ha preferido hacer un discurso incendiario, pero débil y gris en el escenario real.
No hay oposición para un presidente como Andrés Manuel López Obrador, y por el contrario, una tendencia de los otros institutos políticos a achicarse día con día, a no tener el menor pudor en cambiar un discurso de una semana a otra.
Porque veamos con claridad. La disputa pública que hoy mismo mantiene el líder nacional tricolor, Alejandro Moreno, con el gobernador Omar Fayad, por la candidatura al gobierno de la entidad, ya rebasó todo límite imaginable, para desembocar en un escenario solo propio de una realidad kafkiana, donde parece no tomarse en cuenta algo simple pero vital: el jefe de la Nación ya no es del PRI, y por lo tanto cualquier intento de madruguete o imposición del centro hacia una entidad en manos de un gobernador priísta, se antoja poco menos que absurda.
A falta de contar con un “primer priísta de México”, es obvio y claro que debe ser aplicada la regla no escrita pero cierta, de que luego entonces será opinión fundamental para la selección de su candidato al gobierno de una entidad, la del “primer priísta del Estado”, sin que por supuesto esto se traduzca en una imposición a nivel local.
El PRI tuvo, o tal vez todavía tenga, la oportunidad de resurgir de sus cenizas si parte del principio de que hoy como nunca está necesitado de candidaturas consensadas, únicas y que rescate por principio de cuentas la esencia de lo que un tiempo fue la militancia priísta: lealtad y disciplina.
Tuvieron sin duda el tiempo necesario para hacerlo, pero es evidente que no solo no llegaron a ningún acuerdo, sino que desde el Comité Ejecutivo Nacional diseñaron un enigmático plan para “madrugar” al Comité Estatal, en el que por supuesto se incluyó hasta al que hace unos días señalaban como “ejemplo del priísmo”, etcétera, etcétera (Fayad), y buscar un camino retorcido para imponer a quien les venga en gana.
Lo saben, con absoluta claridad, que así no se puede construir una oposición real y digna a una Presidencia cada vez más de corte imperial, que no permite disensos y lleva a cabo cada uno de sus proyectos, le pese a quien le pese, o como se decía antes, “no importa chipote con sangre, sea chico o sea grande”.
En síntesis, el PRI vive un momento crítico en Hidalgo, y por principio de cuentas el Comité Estatal debe esperar con suma paciencia a que el Nacional corrija, dé marcha atrás a su intento de imponer, pase lo que pase, a quien lo representará en la elección gubernamental del año próximo.
Más allá de los dichos poco inteligentes del líder Alejandro Moreno; más allá de una pugna abierta en twitter, lo fundamental es que entiendan, comprenda que, si no se construye una oposición inteligente, real, comprometida con la ciudadanía, después no se sorprendan que las consecuencias del uso desbocado del poder presidencial, deje un país en una situación lastimosa, lamentable, terrible.
No está en juego solo el destino político de un Estado, sino la supervivencia de la oposición a un régimen presidencial cada vez más obnubilado por el gozo del poder, necesitado de equilibrios, necesitado de una oposición real.
Mil gracias, hasta el próximo lunes, ya del 2022.
Felicidades y mis mejores deseos de todo corazón.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta